Tres verdades

Raúl Alvarez Torrico

Permíteme hablarte de tres verdades sumamente importantes de la vida:

La primera verdad

La primera verdad es ésta:

Todos vamos a morir algún día.

Eso lo sabes tú y lo sé yo, lo sabe todo el mundo. Es una verdad innegable. Toda persona razonable cree en la muerte sin importar su raza, nacionalidad o clase social. Sin importar sus convicciones éticas y morales, sin importar sus convicciones políticas y religiosas. ¿Por qué? Porque la muerte del ser humano es inevitable.

Y muchos hemos visto la muerte de cerca en mayor o menor grado. Yo perdí a mi madre cuando tenía quince años y perdí a mi padre cuando ya era adulto. Perdí también a un hermano mayor hace varios años atrás. Todas esas pérdidas fueron profundamente tristes para mí y aún hoy a veces, cuando las recuerdo, hago un esfuerzo por contener mis lágrimas. Como soy el menor de siete hermanos, sé que tal vez tenga que enterrar a los cinco hermanos mayores que me quedan, si es que ellos no me entierran a mí primero. Sé que son afirmaciones crudas, pero es la verdad.

Ahora, tal vez tú pienses que hablar de la muerte trae mala suerte y prefieres no hablar de ello. Tal vez eres un poco supersticioso y piensas que evitar hablar de ella te aleja de sus garras. Pero piensa que, incluso si fuera así —y no estoy diciendo que sea así— sabes en el fondo que ninguna superstición o precaución podrá librarte de la muerte. Tarde o temprano todos tenemos que enfrentarla. Es una realidad inescapable.

Por otra parte, tal vez pienses que mi intención con estas palabras es meterte miedo, o sospechas que de algún modo quiero aprovecharme de tus temores para conseguir algo a cambio. Pero te aseguro que no es así. La muerte es una realidad, incluso si lo callamos y nunca la mencionamos, sabemos que existe y merodea todos los días entre nosotros. ¿Y sabes qué? Tener miedo de la muerte es algo natural, no es algo de qué avergonzarse. Todo ser humano cuerdo ha sentido miedo de la muerte alguna vez —algunos más que otros. Y el miedo a la muerte no sólo es algo natural, sino que bajo ciertas circunstancias, a veces puede ser incluso beneficioso. Por ejemplo, el miedo a la muerte es lo que nos permite apartarnos de los peligros y preservar nuestra integridad. El miedo a la muerte es aquello que a veces nos hace querer vivir más, y de ésto precisamente quisiera hablarte con detalle más adelante: de querer vivir.

La segunda verdad

La segunda verdad, la cual es también firme y definitiva es la siguiente:

Nadie sabe el día y la hora en que va morir.

Aproximadamente 160 mil personas personas mueren en el mundo cada día, ponte a pensar en ello. Hoy podría yo salir de mi casa y nunca más volver con vida. Esta noche podría acostarme a dormir y ya no despertar mañana. Se estima que 20 mil personas mueren cada día mientras duermen, por diversas causas. Mayormente personas adultas, de la tercera edad y con algunos problemas crónicos de salud, pero también jóvenes y niños.

En el libro más vendido en todo el mundo (la Biblia) se encuentra este pasaje que, hablando de un hombre rico y exitoso, dice así:

"18 Entonces dijo: “Esto haré: derribaré mis graneros y edificaré otros más grandes, y allí almacenaré todo mi grano y mis bienes. 19 Y diré a mi alma: alma, tienes muchos bienes depositados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete”. 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?”" Lucas 12:18–20 (NBLA)

Nadie puede saber realmente qué día y a qué hora exactamente va a morir (a menos que él mismo se quite la vida), pero todos sabemos que vamos a morir un día. Podemos hacer planes para toda nuestra vida, la cantidad de dinero que quisiéramos ganar, los éxitos que quisiéramos alcanzar, los países y lugares que quisiéramos visitar y las muchas formas en que quisiéramos divertirnos y disfrutar de la vida. Pero todo aquello puede ser coartado de manera repentina porque no podemos estar cien por ciento seguros que el día de mañana todavía estaremos con vida.

La tercera verdad

La tercera verdad responde a la siguiente pregunta:

¿Qué es la muerte?

Ésta es una verdad que probablemente tu no la sepas. Yo por mi parte, creo que la sé porque pienso que he hallado la respuesta a esa pregunta. Pero tal vez tú dirás: "La respuesta a esa pregunta es muy simple: la muerte es el fin de la vida". Sí, eso es cierto, pero ésa es una respuesta obvia, simple e intrascendente que no puede ayudarnos de ninguna manera a responder otras preguntas tales como: ¿Por qué tenemos que morir? ¿Por qué más bien no podemos continuar viviendo para siempre? ¿Hay vida después de la muerte?

Entonces, para poder responder estas ultimas preguntas, primeramente necesitamos responder de forma más profunda la pregunta más fundamental: ¿Qué es la muerte? Dios, el creador de la vida nos da la respuesta a esa pregunta. En su Palabra, la Biblia, dice que:

La muerte es un pago, una retribución.

Es la recompensa justa que recibimos de parte de Dios por haber quebrantado su ley moral.

"Porque la paga del pecado es muerte [...]" Romanos 6:23

¿Cual ley moral? la que está expresada en los diez mandamientos. Pero tal vez tú dirás: "Yo nunca hecho nada malo, yo soy una persona buena". Si piensas así, no eres el único pues la mayoría de los seres humanos pensamos así, y es normal. Es difícil encontrar a una persona que diga: "yo soy una mala persona", sino que la mayoría obviamente dirá lo contrario. Porque en base al parámetro moral que cada uno de nosotros fija para sí mismo, todos salimos aprobados. Es como aquel estudiante en el colegio o la universidad que —vamos a suponer— prepara su propio examen, con la menor cantidad posible de preguntas y sólo con aquellas que le gustan porque sí las puede responder. Entonces, de acuerdo a su propia auto-evaluación sale siempre aprobado.

Pero Dios no juzga nuestra conducta en base a nuestras propias reglas, sino a las de Él. Y esas reglas o parámetros se encuentran contenidos en la Biblia, particularmente en los Diez mandamientos.

¿Eres una buena persona?

La mayoría de nosotros responderá a esta pregunta con un "sí" rotundo. Precisamente porque nuestra reacción natural es siempre auto-evaluarnos de acuerdo a nuestra propia escala de valores éticos y morales. Sin embargo, ésta escala a veces no coincide ni siquiera con la de otras personas y casi nunca coincide con la de Dios. Pero Dios ya ha declarado en su Palabra que según su escala de valores morales, no existe una sola persona en el mundo que sea realmente buena:

"Ciertamente no hay hombre justo en la tierra Que haga el bien y nunca peque." Eclesiastés 7:20 (NBLA)

Porque según Dios, un ser humano verdaderamente bueno sería aquel que no infringe ninguno de los preceptos morales de Dios. A los ojos de Dios, solo así puedes llamarte "bueno". Porque si fallas en obedecer tan sólo uno de sus mandamientos, es como si los hubieras desobedecido todos ¿Por qué? porque quebrantar tan sólo uno de ellos es suficiente para recibir como pago la muerte. 

"10 Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero falla en un punto, se ha hecho culpable de todos. 11 Pues el que dijo: «No cometas[i] adulterio», también dijo: «No mates[j]». Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas, te has convertido en transgresor de la ley." Santiago 2:10–11

Y nosotros a diario quebrantamos varios. Por eso, no sólo la Biblia nos dice que ser totalmente bueno es imposible para cualquier ser humano, sino que también intuitivamente todos sabemos que éso es así. Ahora, quizás tu te digas a ti mismo: "Yo soy una persona buena porque nunca he matado a nadie". Pero escucha lo que dijo Jesucristo acerca del homicidio:

"21 »Ustedes han oído que se dijo a los antepasados : “No matarás ” y: “Cualquiera que cometa homicidio será culpable[h] ante la corte ”. 22 Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano[i]será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: “Insensato[j]” a su hermano, será culpable ante la corte suprema[k]; y cualquiera que diga: “Idiota”, será merecedor del infierno[l]de fuego." Mateo 5:21–22

¿Alguna vez has sentido tanta ira por alguien, al punto de calificarle de "tonto", "estúpido" o "imbécil"? Yo sí he sentido esa clase de ira más de una vez.


Idiota
Tonto o corto de entendimiento. (Insulto).
Sinónimos: tonto, estúpido, cretino, imbécil, bobo, memo, necio.


Entendamos bien, sin embargo, el significado del pasaje anterior: Lo que Dios condena es el hecho de que, llevados por la ira, insultemos y humillemos a una persona con la intención de rebajarla, hacerla sentir insignificante, ridiculizarla y burlarnos de ella mellando su dignidad de persona.

Para Dios, ésto es tanto como cometer homicidio.

Y si lo anterior es difícil de entender y aceptar para nosotros, que no nos extrañe. Después de todo, estamos acostumbrados a mellar la dignidad de otras personas como algo normal. Pero la Biblia dice que todos los seres humanos somos portadores de la imagen de Dios porque Él nos ha creado a su imagen y semejanza:

"Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Génesis 1:27

Por tanto, ridiculizar y rebajar a una persona es indirectamente atacar la imagen de Dios en esa persona. Por ese motivo, Él toma esa ofensa como grave. Porque la dignidad intrínseca de cada persona radica en el hecho de que cada persona ha sido creada por Dios y lleva en sí misma la imagen de Dios. Cuando un padre que reconoce en el rostro de su hijo sus propios rasgos, ve que su hijo está siendo maltratado y humillado, ¿qué siente? Siente mucho dolor y siente también que él mismo está siendo humillado junto a su hijo. Por tanto, ridiculizar y rebajar a una persona es primeramente y ante todo una ofensa contra Dios, luego recién en segunda instancia es una ofensa contra la persona.

Además, Dios es perfecto y puro; su mente y su corazón no es como el nuestro, y Él valora las cosas de formas que nosotros muchas veces no entendemos:

"8 «Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, Ni sus caminos son Mis caminos», declara el Señor. 9 «Porque como los cielos son más altos que la tierra,
Así Mis caminos son más altos que sus caminos, Y Mis pensamientos más que sus pensamientos." Isaías 55:8–9

Luego también quizás dirás: "yo nunca he cometido adulterio y nunca he engañado a mi esposa" (si eres casado), o "yo nunca he cometido fornicación" (si eres soltero). No obstante, el Señor Jesucristo dijo lo siguiente acerca de esto:

"27 »Ustedes han oído que se dijo : “No cometerás adulterio ”. 28 Pero Yo les digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón." Mateo 5:27–28

En este pasaje el Señor Jesús está hablando de sentir lujuria y codiciar una relación prohibida con otra persona.

¿Cuando fue la última vez que entraste a Internet para ver pornografía? Para Dios, si deliberadamente miras a otra persona para codiciarla sexualmente, ya cometiste adulterio en tu mente, infringiendo la ley moral de Dios.

Luego, ¿alguna vez tomaste algo que no era tuyo, sin importar su valor? ¿Qué es aquel que se apropia de lo que no es suyo? Es un ladrón. ¿Alguna vez haz dicho mentiras y haz engañado? ¿Qué es aquel que dice mentiras? Es un mentiroso. Luego, ya eres culpable de haber infringido el sexto mandamiento que dice "no matarás", el séptimo que dice "no cometerás adulterio", el octavo que dice "no robarás", el noveno que dice "no mentirás" y el décimo que dice "no codiciarás".

Ahora, quizás dices también: "pero yo no creo que Dios me mande al infierno por esas cosas, yo no creo en un Dios sádico que odia a las personas tanto como para condenarlas al infierno". Pues ¿sabes que? acabas de infringir el primero y segundo mandamiento que dicen: "no tendrás otros dioses" y "no te harás ídolos" —a tu gusto personal. ¿Por qué? Porque en vez de aceptar la realidad del verdadero y único Dios que ha dicho que sin falta alguna castigará todo pecado, estás eligiendo a tu propia conveniencia cuales de sus atributos aceptas y cuales no, para hacer tu propio "dios" a la medida de tu conveniencia. Es decir, un "dios" personal que no te juzgue y no te condene por tus transgresiones, sino que más bien socape todos tus pecados. Y de esta manera, te has hecho para ti mismo un ídolo personal, ya sea que estés consciente o no de ello.

Cielo o infierno

Entonces, ¿si Dios te juzga ahora mismo en base al parámetro de su ley moral, irás al cielo, o al infierno? Por el hecho de que todos sin excepción hemos infringido su leyes morales, Dios nos ha dado como retribución justa la muerte:

"Porque la paga del pecado es muerte [..]" Romanos 6:23

"por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" Romanos 3:23 (RV60)

Y no solamente la muerte física, sino que también hemos sido condenados al infierno.

"9 ¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores[d], ni los estafadores heredarán el reino de Dios." 1 Corintios 6:9–10

"9 Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, 10 para los inmorales[f], homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina," 1 Timoteo 1:9–10 (NBLA)

"8 Pero los cobardes, incrédulos[e], abominables, asesinos, inmorales, hechiceros, idólatras, y todos los mentirosos tendrán su herencia[f] en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda»." Apocalipsis 21:8 (NBLA)

"2 El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres Para ver si hay alguien que entienda, Alguien que busque a Dios. 3 Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; No hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno." Salmos 14:2–3 (NBLA)

Ni tú, ni yo merecemos el perdón de Dios, sino más bien el pago de la muerte por nuestro rebeldía. Y Él ha prometido que hará justicia y castigará todo pecado a su debido momento —y cumplirá sin falta su palabra, nos guste o no. Porque si Dios deja el pecado sin castigo, entonces no sería perfecto y justo, y entonces tampoco sería Dios.

Dios en Santo y Justo precisamente porque castiga el pecado.

Un día, todos nos presentaremos delante del trono de Dios para dar cuenta por nuestras acciones.

"11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras." Apocalipsis 20:11–12

Nadie se salva siendo bueno

Entonces, nadie puede salvarse del castigo del pecado siendo bueno, porque es imposible. Pero Dios aún teniendo compasión de nosotros quiso salvarnos, aunque no lo merezcamos.

"El Señor [...] es paciente para con ustedes[d], no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento" 2 Pedro 3:9

Ahora te pregunto: ¿Qué hizo Dios para salvar a los seres humanos de la condenación eterna en el infierno? Probablemente sabes la respuesta a esta pregunta, pues muchos la han oído alguna vez:

Mandó a su Hijo a morir en la cruz.

Pero lo que viene a continuación, muchos no lo saben ni lo entienden.Y si lo entiendes tú ahora puede cambiar tu vida para siempre, así que no te distraigas y presta mucha atención:

Todos nosotros, sin excepción, hemos quebrantado la ley de Dios, por lo cual Dios nos dió como pago la muerte.

Jesucristo vino a este mundo y pagó con su muerte por nuestros pecados, para que nosotros ya no tuviésemos que morir para pagar por nuestros pecados.

Por eso es que Jesús estando colgado en la cruz, antes de morir dijo: "¡Consumado es!", que significa prácticamente: "Toda la deuda del pecado está pagada". Luego murió.

"Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: «¡Consumado es! ». E inclinando la cabeza, entregó el espíritu." Juan 19:30

Recuerda nuevamente esta frase que leíste arriba:

Dios en Santo y Justo precisamente porque castiga el pecado.

Ninguno de nosotros merece ser perdonado, sino más bien merecemos recibir la muerte como pago por nuestro pecado. Pero Jesucristo, queriendo dar al ser humano una oportunidad final de salvarse, decidió por voluntad propia venir a este mundo para recibir en su cuerpo el castigo de la muerte que era para nosotros. Y Dios, aceptando Su sacrificio, descargó su ira por nuestros pecados sobre su Hijo en la cruz, para que nosotros pudiésemos librarnos del merecido castigo.

Entonces, Cristo que nunca cometió pecado y fue perfecto en todo, pagó por nosotros que somos pecadores, derramando su sangre en la cruz. Dios castigó en Él el pecado de todos nosotros. Porque contrariamente a lo que muchos creen:

Dios no puede perdonar el pecado, sino que todo pecado tienen que ser castigado con la muerte.

Y ahora,

Dios continúa siendo Santo y Justo  porque castigó el pecado del hombre sobre su Hijo en la cruz.

Pero Dios sólo puede perdonar al pecador que se arrepiente y pone su fe en Jesucristo, aceptando el sacrificio realizado por Él a favor suyo. Porque una vez que Cristo pagó con su muerte por los pecados, ya ningún juicio de Dios pesa sobre aquella persona que se arrepiente de sus pecados y recibe el regalo gratuito de la salvación, hecho posible por Jesucristo mediante su muerte en la cruz. De este modo, dos propósitos de Dios que parecen antagónicos e imposibles de conciliar, se alcanzan al mismo tiempo de forma milagrosa por su sabiduría y poder:

  1. Dios castiga todo pecado con la muerte. El hombre, al haber pecado voluntariamente y haber ofendido a Dios se ha hecho merecedor de recibir como pago por su pecado la muerte física y la muerte espiritual en el infierno. Dios no puede dejar el pecado sin castigo porque es Santo. Si Dios ignorara y dejara pasar el pecado entonces no sería justo y perfecto. No sería Dios.
  2. Dios quiere salvar al ser humano que se condenó a sí mismo. Dios aún ama al ser humano pecador, por lo cual mandó a su Hijo (quien también es Dios) en forma humana para pagar con su muerte por nuestros pecados. De este modo se cumple la justicia de Dios porque todo pecado es castigado en Jesús y al mismo tiempo puede legalmente quitar toda culpa de encima de todo ser humano que se arrepiente genuinamente.

"»Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna." Juan 3:16

Somos reos bajo juicio

Imaginemos la conversación entre una persona que ha cometido un robo cuantioso y el juez que va atender su causa:

— Señor juez, he cometido un error muy grave al tomar ese dinero que no era mío, pero en el fondo yo soy una buena persona. Yo no soy un asesino y además he ayudado muchas veces a la gente pobre.

— Es cierto, Ud. no ha matado a nadie, y sí, efectivamente Ud. ha donado dinero a muchas causas nobles y ayudado a los pobres. Pero no puedo dejarlo ir, porque las cosas buenas que Ud. haya hecho, no pueden borrar el delito que cometió. Ud. tiene que ser castigado por ése delito y es mi deber como juez velar porque éso sea así. Si lo dejo ir, yo como juez no estaría aplicando la justicia y al mismo tiempo yo mismo estaría infringiendo la ley.

— Pero señor juez, yo estoy realmente arrepentido.

— Muchos de los que pasan por mi corte están arrepentidos y con justa razón. El arrepentimiento es bueno, pero no es suficiente para librarse del castigo. Tu delito todavía tiene que ser castigado porque alguien tiene que pagar por la ofensa cometida, y ese alguien eres tú.

¿Qué predicamento, verdad? Sólo si se castiga el delito la justicia prevalece, pero si se lo deja sin castigo, la injusticia queda en su lugar y la víctima del delito queda afrentada para siempre. En estas circunstancias, difícilmente habría otro ser humano que esté dispuesto a tomar el lugar de este acusado para ir a la cárcel y pagar por su delito. Y probablemente quizás tampoco hayan muchos sistemas judiciales en el mundo que lo permitan. Pero para Dios, el hecho de que su hijo Jesucristo haya tomado nuestro lugar, sí es posible y aceptable. Porque ésto satisface plenamente su justicia —siempre y cuando aquel que se sacrifica por los demás sea él mismo perfecto y sin pecado. Y Jesucristo cumple a cabalidad ese requisito.

Por ese motivo, cualquier ser humano que se arrepiente genuinamente de sus pecados, los confiesa delante de Dios, y pone su fe en Jesucristo aceptando gratuitamente el pago realizado por Él en la cruz, encuentra el perdón de Dios y recibe la salvación. No confiando en su propia bondad para ser aceptable ante lo ojos de Dios porque nadie puede ser completamente bueno y aceptable delante de Dios. Sino más bien confiando en Aquel que es perfectamente bueno: Jesucristo. Quien con su muerte en la cruz y por los méritos de su perfección moral nos hizo aceptables también a nosotros delante de Dios.

Conclusión

¿Cuando te arrepentirás de tus pecados delante de Dios, reconociendo que ya has sido condenado a la muerte y al castigo eterno por tus pecados, y que solamente aceptando el pago realizado por Cristo con su muerte en la cruz puedes ser librado del castigo Divino?

No lo hagas mañana, ni pasado, hazlo hoy mismo. Porque si esperas hasta mañana, hoy mismo podrías morir y después de la muerte ya no hay posibilidad de arrepentirse. Arrepiéntete en este día y en este mismo momento.

Antes de terminar, permíteme elevar esta plegaria hacia Dios por ti. En el espacio en blanco puedes insertar mentalmente tu nombre si deseas para que esta plegaria se aplique a ti personalmente:

"Padre celestial, Tú que eres Justo y Todopoderoso, que castigas toda maldad y todo pecado, pero que también eres grande en misericordia y estás siempre dispuesto para perdonar al pecador que se arrepiente, te ruego por la vida de   (inserta tu nombre aquí)  . Te ruego que abras ahora su corazón y su mente para entender claramente todo lo que ha leído en estos párrafos. Y le des la capacidad de sentir arrepentimiento genuino y un verdadero remordimiento por sus pecados. Para confesar delante de Ti que es un(a) pecador(a) justamente condenado(a) y reconocer que solamente poniendo su fe en Tu Hijo Jesucristo como su único Salvador y Señor puede encontrar tu perdón. Que aceptando gratuitamente el pago hecho por Cristo con su muerte en la cruz, no sólo puede ahora ser librado(a) de la muerte y el castigo eterno, sino que también puedes abrirle la puerta a Tu reino celestial y recibir la vida eterna. Tal cual Tú lo has prometido para todos aquellos que se aferran por la fe al sacrificio de Tu Hijo Jesucristo. Amén."

Piensa detenidamente por un instante todo lo que acabas de leer. Luego, si tú deseas puedes hacer también una oración como ésta:

"Señor Jesucristo, reconozco que soy un(a) pecador(a) que ha sido justamente condenado(a) por Dios Padre a la muerte y al castigo eterno. Ahora, me arrepiento sinceramente por mis pecados, pues tengo remordimiento y culpa delante de Dios por causa de ellos. Acepto humildemente y con toda gratitud el sacrifico que hiciste Tú al recibir en la cruz el castigo que estaba dirigido a mí y pagar con tu muerte por mis pecados. Y por fe, tomo para mí esa tu muerte en la cruz como pago por mis pecados, y acepto la salvación y la vida eterna que tú me ofreces gratuitamente. Amén."

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas." 2 Corintios 5:17

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Este material está en constante revisión y complementación.
Versión 0.1 (30-05-25)