El rol del esposo en el matrimonio

Raúl Alvarez Torrico

Resumen

En este estudio discutiremos algunos principios básicos del rol del esposo en el matrimonio presentes en la Palabra de Dios. El análisis presentado aquí se enmarca en una interpretación teológica conservadora apegada a una concepción complementarianista de los roles del esposo y la esposa en el matrimonio —en contraposición a la concepción igualitarianista. Bajo la premisa irrenunciable de la infalibilidad e inerrancia de la Palabra de Dios sostenemos que una correcta exégesis gramatical e histórica de la Palabra es el único camino para el entendimiento correcto de los roles del esposo y de la esposa en el matrimonio. El Señor no cambia, pues Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos (He. 13:8) y su infalible e inerrable Palabra tampoco cambia (Lc. 16:16–17). Por lo tanto, el significado original de las Escrituras —interpretado en su contexto correcto— tampoco cambia y está vigente para todas las épocas de la vida humana en la tierra (2 Ti. 3:16–17).

Amar, sustentar y proteger

"25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia," Efesios 5:28–29

En base al pasaje que acabamos de leer, uno de los primeros deberes del esposo para con Dios es amar a su esposa siguiendo el ejemplo de cómo Cristo amó a la iglesia. Seguramente hay más de una manera en la que un esposo puede amar a su esposa y de hecho probablemente cada esposo elige la manera de mostrar su amor que cree más conveniente. Sin embargo, Pablo en este pasaje a propósito dirige nuestras miradas hacia Cristo. No solamente dice que los maridos deben amar a sus mujeres, sino que específicamente menciona "así como Cristo amó a la iglesia". Entonces, aquí Pablo plantea al señor Jesucristo como el modelo del esposo perfecto y su amor por la iglesia como el modelo del tipo de amor con el que un esposo debe amar a su esposa.

¿Cómo demostró Cristo su amor para con la iglesia?

Dice Pablo en este pasaje que Cristo dio su vida por ella para salvarla y santificarla. Una de las pruebas más grandes del verdadero amor tiene que ver con la capacidad de dar. Lo cual tiene que ver con la generosidad y el desprendimiento, que son también algunos de sus rasgos más visibles. Y no hay prueba más definitiva del verdadero amor que dar la vida por aquellos a quienes uno ama. Porque no hay nada más valioso para el ser humano que la vida. Entonces, cuando una persona da su vida por otros, lo ha dado todo, pues no queda nada más por dar. Uno puede dar de su tiempo, de su esfuerzo y de su dinero, pero cuando ha dado su vida, ha entregado su posesión más valiosa. Y ésa es la definición de amor sacrificial; el amor que lo sacrifica todo, si es necesario incluso la vida misma. Ése es el tipo de amor con que Cristo amó —y ama— a la iglesia, y ése es el tipo de amor con el que Dios demanda que todo esposo ame a su esposa.

Ahora bien, generalmente los esposos no se ven frecuentemente en la posición de tener que dar su vida por sus esposas, sino que los "sacrificios" que toca a los esposos hacer son normalmente menos costosos. Aunque si se diera el caso —Dios no lo quiera— de que un esposo tenga que dar su vida para proteger a su esposa, por supuesto que tiene que hacerlo. Un esposo jamás debería valor su vida por encima de la de su esposa —o la de sus hijos. Sin embargo en el correr normal de vida, los sacrificios que el esposo debe hacer por su esposa e hijos —si se los puede llamar sacrificios— son generalmente triviales y comunes. Más que sacrificios son tareas. Y no son más difíciles que las que cualquier otro esposo deba hacer por su familia cotidianamente —aunque puede haber excepciones por supuesto. Porque son tareas comunes de la vida diaria que Dios ha puesto sobre los esposos. Pero aún en las cosas más banales, los esposos muchas veces fallamos en demostrar nuestro amor por nuestras esposas.

¿Cómo debe entonces el esposo demostrar su amor para con su esposa?

Pablo nos dice también en el pasaje anterior que el esposo debe amar a su esposa como a sí mismo. Eso quiere decir que debe tratar a su esposa como él quiere ser tratado. Cuando el esposo demanda de su esposa un trato considerado, respetuoso, cariñoso, justo y atento, pero no trata a su esposa de la misma manera, sino que mas bien la trata mal, no está amando a su esposa como a sí mismo. No está amando a su esposa como se espera. Y al no ser capaz de amar a su esposa como Dios demanda de él, está pecando contra Dios. Si es así, no alcanza al objetivo que Dios le ha puesto y yerra en el blanco —pues pecar significa literalmente errar en el blanco. Toda vez que nosotros como seres humanos fallamos en llenar las expectativas que Dios tiene de nosotros en cuanto a la obediencia a sus mandatos, pecamos. Y nos hacemos responsable delante de Él para dar un día cuentas de ello.

Según Pablo, el esposo debe demostrar también su amor por su esposa sustentándola y cuidándola. Así como Cristo también —dice Pablo—sustenta y cuida de la iglesia. En el Griego original, a palabra "sustentar" en este versículo significa literalmente "alimentar" y la palabra cuidar significa "proteger", "cubrir" o incluso "vestir". Entonces, el apóstol Pablo nos está diciendo que literalmente la forma en que el esposo empieza por demostrar su amor por su esposa —y sus hijos por supuesto—, es procurando comida, techo y abrigo para su esposa. No es la única forma de demostrar su amor, pero es una de las primeras, una de las más primordiales. Porque las personas no vivimos ni nos alimentamos de palabras bonitas, sino que tenemos necesidades esenciales para nuestra subsistencia. Es decir, necesidades de vida o muerte, de las cuales la comida, el techo y el abrigo son de las más primordiales. Y es supliendo esas necesidades esenciales para la vida que el esposo demuestra su amor para con su esposa.

Pero por supuesto, es importante recalcar también que el esposo no solo debe proveer alimento y protección, sino que también debe procurar el mejor ambiente de convivencia en felicidad y armonía para su esposa y para sus hijos. Proverbios 17:1 dice:

"Mejor es un bocado seco, y en paz, Que casa de contiendas llena de provisiones." Proverbios 17:1

Entonces, la esposa y los hijos también necesitan sentirse comprendidos, queridos, valorados y protegidos por el esposo y padre de familia.

Y es en ese entendido que el esposo generalmente sale fuera del hogar, al mundo y enfrenta las vicisitudes, las dificultades para procurar el sustento para su familia. Porque ése es uno de sus deberes primordiales. Sin embargo, la mujer también sustenta y cuida de su familia dentro del hogar —aunque a veces también lo hace fuera del hogar. Por ejemplo, si bien el esposo procura el dinero para la alimentación, la esposa es la que lo busca y lo prepara para la familia. Entonces es falso que el varón pone la comida en la mesa; porque ambos lo hacen. El esposo hace su parte y la esposa hace también su parte. Y en aquellos casos en los que el esposo no quiere o no puede procurar el sustento para su familia, la mujer puede hacer también ambas.

Tampoco es inherentemente malo que la esposa trabaje, sin descuidar por supuesto su rol principal, el cual implica entre otras cosas el cuidar y educar a los hijos. Esposas que trabajan fuera de la casa lo vemos en la vida diaria y es más común de lo que debería ser porque no es la vida ideal diseñada por Dios para la familia. Sobre todo cuando hay hijos que necesitan de su atención y cuidado especial. Sino que según la Palabra, la obligación de proveer para la familia es más del varón que de la mujer. Aunque por otra parte, hay esposo que se ven impedidos de cumplir apropiadamente con esa obligación por motivos de salud por ejemplo, o por falta de oportunidades, por falta de trabajo, etc. Si ése fuera el caso, siempre y cuando el esposo haga lo humanamente posible para cumplir o al menos ayudar a su esposa, no peca delante de Dios. Y si una esposa se ve obligada a trabajar fuera de la casa para ayudar a su familia, por supuesto que tampoco peca.

Incluso en ausencia de necesidades apremiantes, la esposa si desea, puede contribuir para sustentar a la familia. Más allá de cumplir con sus tareas en el hogar. Sin embargo no debería tener que trabajar para cubrir la irresponsabilidad del esposo, sino más bien para aumentar y complementar el fruto del trabajo de su esposo. Un ejemplo de cómo esto no solo es posible, sino que es también digno de gran encomio, de alabanza a los ojos de Dios lo encontramos en Proverbios 31:10–31

"10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. 11 El corazón de su marido está en ella confiado, Y no carecerá de ganancias. 12 Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. 13 Busca lana y lino, Y con voluntad trabaja con sus manos. 14 Es como nave de mercader; Trae su pan de lejos. 15 Se levanta aun de noche Y da comida a su familia Y ración a sus criadas. 16 Considera la heredad, y la compra, Y planta viña del fruto de sus manos. 17 Ciñe de fuerza sus lomos, Y esfuerza sus brazos. 18 Ve que van bien sus negocios; Su lámpara no se apaga de noche. 19 Aplica su mano al huso, Y sus manos a la rueca. 20 Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso. 21 No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles. 22 Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido. 23 Su marido es conocido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. 24 Hace telas, y vende, Y da cintas al mercader. 25 Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir. 26 Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua. 27 Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde. 28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba: 29 Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas. 30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, esa será alabada. 31 Dadle del fruto de sus manos, Y alábenla en las puertas sus hechos." Proverbios 31:10–31

Finalmente volviendo al tema de rol del esposo, pueden haber circunstancias fuera de su control que le impiden sustentar a su familia como él quisiera. Siempre y cuando ponga todo su empeño y no sea negligente, estará cumpliendo como esposo y como padre. El cumplimiento de su obligación no se mide por la cantidad de dinero que pueda conseguir para su familia, sino por la cantidad de esfuerzo que ponga para sustentarla. Pues hay casos en los que el esposo pone todo su esfuerzo pero aún así no consigue suplir adecuadamente todas las necesidades de su familia. Si ése es el caso, ese esposo no debería sentirse mal, pues aún así está cumpliendo adecuadamente con su rol delante de Dios. Y con la bendición de Dios, recibirá tarde o temprano la justa retribución a su esfuerzo.

El marido es cabeza de la mujer

"21 Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo." Efesios 5:21–24

La sumisión o sujeción es un concepto generalmente mal entendido —y a veces mal explicado también— en la iglesia Cristiana. Y con toda seguridad es también bastante polémico. Pero es una enseñanza 100% Bíblica. Existen al menos cuatro tipos de sujeción enseñados en la Biblia:

Estos cuatro tipos de sujeción comparten los mismos principios Bíblicos en cuanto a su significación, propósito y ejercicio, y son además mandados por Dios, no por los hombres. Por consiguiente, obedecer y practicarlos, es obedecer y practicar la sujeción a Dios. Frases significativas en cada pasaje nos dan a entender esto:

La sujeción de la esposa al esposo

Según el apóstol Pablo, el mandamiento de Dios para la esposa es de sujetarse a su marido. Este es un mandamiento que viene de Dios, no del esposo. Y tampoco es una imposición de ningún otro ser humano. Ahora bien, la mujer —como con todos los mandamientos del Señor— elige obedecer y cumplir según su libre albedrío. Es decir, voluntariamente. Sin embargo a causa del libre albedrío, la sujeción, si bien es voluntaria delante de los hombres, no es opcional delante de Dios. El concepto incompleto de "libre albedrío" es aquel que afirma que cada ser humano tiene la libertad de tomar las decisiones que su sola voluntad le imponga. Lo cual es verdad, pero no es toda la verdad. El concepto completo de "libre albedrío" en el contexto de la Biblia afirma que de todas las decisiones que el ser humano voluntariamente tome en su vida, un día deberá rendir cuentas delante de Dios.

Por contrapartida, el mandamiento de Dios para el marido es amar a su esposa. Y en este caso el esposo también —como con todos los mandamientos de Dios— elige obedecer y cumplir, o elige ignorarlo. No debería, pero Dios nos ha dado libre albedrío —con la condición de que un día daremos cuentas de nuestras acciones. Pero por supuesto, el esposo debería obedecer el mandamiento de amar a su esposa. ¿Por qué? Porque él mismo está también sujeto a Dios. Y si esté sujeto a Dios, le debe obediencia.

Pero es también necesario notar que hay esposos que no quieren tomar la responsabilidad de ser cabeza para su esposa y para sus hijos. En ese sentido, quizá él mismo no espera que su esposa se sujete a él. Porque para este esposo es más fácil desentenderse de su esposa y de sus hijos, y evitarse la molestia de procurar el sustento y abrigo para su familia. Y algunos se desentienden así mismo de brindarles el cariño y la protección que merecen. Si es así, ésto es también es pecado del esposo delante de Dios. Porque ser cabeza del hogar es también una obligación que ningún esposo y padre debería rehuir. Y es por supuesto una enorme responsabilidad que implica mucho esfuerzo y sacrificio. Lo cual, la esposa debe ser también sabia en reconocer y elogiar.

A través de este mandamiento para el esposo —de amar a su esposa— Dios le prohíbe explícitamente abusar o maltratar de ella. Esto, ya sea que ella se sujete o no se sujete a él. Nada le da derecho al esposo a maltratar a su esposa. Y el esposo tampoco puede disciplinar o castigar físicamente a su esposa, como a sus hijos. Sí puede exhortarla y corregirla en amor —así como también la esposa puede exhortar y corregir a su esposo con todo respeto— pero no puede castigarla o disciplinarla como a una hija. Porque es su esposa, no su hija.

Más adelante en el pasaje leído, el apóstol Pablo nos dice también que el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia. La iglesia es su cuerpo y Él es su salvador. Y Pablo nos dice también que nadie maltrata a su propio cuerpo —nadie que esté en su sano juicio por supuesto— sino que más bien lo cuida y valora. Cristo es el salvador de la iglesia, no es su tirano. Él dio su vida por la iglesia. Por lo tanto, el esposo debe ser el protector de su esposa, no su abusador.

¿Qué significa que el esposo sea la cabeza?

Significa al menos tres cosas:

Expliquemos en qué consiste cada una de ellas.

El esposo desempeña un liderazgo en servicio

Que el esposo sea líder no significa que va arriba, sino que va delante. Es decir, dando el ejemplo a su esposa e hijos, de cómo debe ser y cómo debe vivir un verdadero siervo de Dios. Un creyente que vive realmente sujeto a Dios, no en palabras, sino en acciones. De tal modo que su esposa y sus hijos le vean, porque él va delante fijando la pauta, el patrón, el modelo del buen Cristiano a los ojos de Dios, para que su esposa y sus hijos así mismo le imiten. Cabeza en este sentido significa modelo a seguir, más que autoridad para ordenar. En ese sentido, el esposo sólo tiene autoridad de parte de Dios en su familia siempre y cuando él mismo sea un buen modelo de Cristo a seguir. El esposo tiene que ser capaz de decir, como dijo Pablo en 1 Corintios 11:1

"Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." 1 Corintios 11:1

Por otra parte sin embargo, que el esposo sea cabeza de la mujer significa también que tiene una posición de liderazgo dada por Dios. Pero un liderazgo en servicio. Hablando del liderazgo en servicio, Marcos 10:44 dice:

"y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos." Marcos 10:44

Este liderazgo en servicio es el mismo concepto que se aplica también por ejemplo al liderazgo en la iglesia. El Señor Jesús dijo en Mateo 20:25–28:

"25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." Mateo 20:25–28

En el liderazgo en servicio el líder tiene la obligación delante de Dios de ser ejemplo de moral, ética y madurez espiritual para los que le siguen. Es decir, ejemplo de temor a Dios y obediencia a su Palabra. Porque de todas las responsabilidades que pueda tener, la responsabilidad principal del esposo es guiar a su esposa y a sus hijos hacia el temor de Dios y a la salvación. Pues finalmente, si un esposo cumple en todo para con su esposa y sus hijos, pero falla en mostrarles el camino de la salvación, ha fallado como cabeza. Recordemos que Pablo nos dice en Efesios 5:21–24 que Cristo es cabeza de la iglesia porque es su salvador. Entonces el esposo como cabeza de la esposa tiene la obligación moral delante de Dios de guiar a su esposa —y también a sus hijos— por el camino de la salvación. Finalmente, si la esposa o los hijos no quieren entregar sus vidas a Cristo, esa decisión personal ya no es responsabilidad del esposo. Pero el esposo no debe fallar en mostrar diligentemente a su esposa y a sus hijos el camino de la salvación. El esposo tiene responsabilidades que son para la vida terrenal presente, pero también tiene responsabilidades de valor eterno, en relación a la salvación eterna de su esposa y sus hijos. Estas últimas —más allá de esta vida terrenal—  son definitivamente mucho más importantes. No en vano nos dice el Señor Jesús en Marcos 8:36:

"Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" Marcos 8:36

El esposo es líder espiritual de su esposa

Ser cabeza significa también que el esposo debe ser un líder espiritual para su esposa e hijos. No exageramos si decimos que el esposo debe ser como un pastor para su familia.

¿Qué hace un pastor de un rebaño de ovejas?

Las lleva a pastos verdes y agua fresca. O sea que las sustenta y las alimenta. Pero también vela por ellas para que no se pierdan y no sean heridas. O sea que las cuida y las protege.

El esposo debe ser ejemplo de madurez espiritual en la práctica de las disciplinas espirituales. Principalmente el estudio de la Palabra y la oración. El esposo debe animar a la esposa y a sus hijos a perseverar en la fe, en el camino de la salvación y debe liderizar a su familia en el devocional o estudio Bíblico familiar.

Tiene autoridad delegada por Dios

Por último, ser cabeza significa también que el esposo definitivamente tiene autoridad delegada por Dios. Veamos qué significa esto.

En el liderazgo en servicio, toda autoridad que el líder ejercita no viene del hombre, sino de Dios. Entonces cualquier autoridad que el esposo pueda tener sobre su esposa —y sobre sus hijos— no viene de sí mismo y no viene de otras instancias humanas, sino de Dios y su Palabra. Esta autoridad es una autoridad delegada por Dios. Y como en toda autoridad delegada por Dios, esa autoridad que ejerce no le pertenece. Por lo tanto, el esposo dará cuentas a Dios por el uso de esa autoridad que le ha sido delegada para esta vida. Y cuando llegue ese momento, si la usó bien para con su familia, entonces será elogiado por Dios. Pero si la usó mal y abusó de ella para propósitos egoístas, sera reprendido por Dios.

Abusar de la autoridad en la familia en base a propósitos egoístas es por supuesto totalmente contrario al amor sacrificial, que es lo que Dios demanda del esposo. Cuando el esposo maltrata a su esposa, peca delante de Dios porque está reemplazando la autoridad de Dios en amor por una autoridad que viene de su propia naturaleza carnal pecaminosa, en egoísmo y malicia.

"16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis." Gálatas 5:16–17

"porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" 1 Corintios 3:3

Por lo tanto, la única autoridad que le es permitido al esposo ejercer en su familia es la que viene de Dios en amor sacrificial y enmarcado en un liderazgo en servicio. No la que viene de su naturaleza carnal pecaminosa en egoísmo y vanidad. Es así que el esposo debe reprimir sus impulsos carnales de ira, enojo, egoísmo y malicia en el trato para con su esposa e hijos, para dar paso a la autoridad del Espíritu Santo en amor. Pues para empezar, él mismo debe ser capaz de vivir sujeto a la autoridad del Espíritu Santo en amor.

Además, el esposo no debe olvidar que la esposa —y los hijos— que Dios ha puesto bajo su cuidado y autoridad, son también hijos de Dios y almas que Cristo ha redimido con su sangre. Pero incluso si no son Cristianos, son seres humanos como él creados a imagen y semejanza de Dios, a los cuales Dios con toda seguridad ama. Su esposa y sus hijos no le pertenecen a él, sino a Dios quien les dio vida y a Cristo quien los compró con su sangre preciosa. Y debe recordar también —en el caso de matrimonios Cristianos— que su esposa es su hermana en Cristo y coheredera de la gracia de la vida eterna (1 Pe. 3:7).

Así mismo el esposo debe entender que la sujeción no la impone él a su esposa. La sujeción no es una imposición del esposo, sino un mandamiento de Dios a la esposa. Y siendo que ha sido dado por Dios y sólo a Dios le corresponde exigirla, lo único que al esposo le queda es más bien tratar de ganársela, dando primeramente a su esposa el amor y honor que merece. Por contrapartida, la esposa no necesita realmente hacer méritos para que su esposo la ame. Porque el amor del esposo, así como el amor de Cristo, es un amor incondicional. El esposo debe amar a su esposa porque es un mandamiento de Dios. Con todo, es deber también de la esposa corresponder a su esposo con ese mismo amor sacrificial. Así como también la iglesia debe amar a Cristo correspondiendo a ese amor con que Cristo amó primero a la iglesia.

Por último, es también importante para el esposo recordar lo que el apóstol Pedro nos dice en 1 Pedro 3:7:

"Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo." 1 Pedro 3:7

Según este pasaje, aparentemente Dios no está dispuesto a escuchar las oraciones de los esposos que no honran a sus esposas, sino que las maltratan. No dejemos pues, como esposos, que nuestra falta de amor sacrificial para con nuestras esposas impida que nuestras oraciones sean escuchadas delante de Dios.

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Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (04-04-24)