Principios fundamentales de liturgia

Raúl Alvarez Torrico

Principios fundamentales de liturgia

Resumen

En este material se empieza definiendo lo que es "liturgia" y luego se explica cual es la importante conexión entre liturgia y doctrina. Se explica también cómo es que la liturgia puede afectar a la doctrina y viceversa. Luego se describe el concepto de "liderazgo litúrgico" y la importancia de relegar la determinación y el desenvolvimiento de la liturgia al liderazgo litúrgico, a fin de evitar una distorsión paulatina del fundamento teológico en la iglesia. Finalmente, se esbozan también algunos peligros para la iglesia provenientes de la práctica de una liturgia desconectada de una sana base teológica.

Definición de liturgia

Del Griego original:

1. Servicio a expensas de uno —que a uno le cueste.
2. Servicio y trabajo de los sacerdotes y levitas. De los cristianos mediante la oración, instrucción del evangelio y la Palabra, ayudar a los necesitados, etc.

Del diccionario español (RAE):

Del lat. tardío liturgĭa, y este del gr. λειτουργία leitourgía; propiamente 'servicio, ministerio'. Orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto religioso.

Aplicado a la Iglesia cristiana actual:

Orden y forma con que se lleva a cabo la celebración o ministración del culto de adoración a Dios. Incluye generalmente actos específicos solemnes (formales) y no solemnes (informales).

En palabras simples, la liturgia es el servicio o la ministración de la adoración a Dios a través de palabras y acciones. Es todo lo que se dice y se hace en el culto de adoración. Es el conjunto de todas las actividades realizadas de inicio a fin destinadas a rendir culto y adoración al Creador.

Importancia de la liturgia

La liturgia guarda estrecha relación con la doctrina. Al adoptar un determinado tipo de liturgia estamos intrínsecamente adoptando un determinado tipo de doctrina. Por esto, es imprescindible que nuestra liturgia esté basada en una sana doctrina que derive de una exégesis correcta de la Palabra de Dios. Hay una sola forma correcta de rendir culto al Creador, y es la que Dios el Señor nos enseña en su Palabra (2 Ti.3:16-17). Por tanto, la iglesia debe extraer de la Palabra principios básicos que delinean lo más exactamente posible la forma en que Dios quiere que su pueblo le rinda culto. Es decir, la forma de liturgia que Dios quiere que la iglesia cristiana celebre.

Exégesis ("salir de"): Interpretación de la Palabra de Dios tomada del texto en su contexto original, que no está basada en ideas, creencias o pre-concepciones personales. Las conclusiones del intérprete salen del texto analizado.

Eiségesis ("llevar a"): Lo contrario de la exégesis. El intérprete inyecta sus ideas en el texto para darle el significado deseado. Esta es una forma incorrecta de interpretar la Biblia.

Por otra parte, es importante no perder de vista que la liturgia, como parte integral de la Eclesiología, tiene el poder de afirmar o debilitar principios eclesiológicos fundamentales, como por ejemplo: el significado de la iglesia, el propósito de la iglesia, el significado del culto congregacional de adoración, la importancia de la predicación expositiva de la Palabra, la celebración de la Cena del Señor y el significado correcto de la adoración, entre otros.

Liderazgo litúrgico en la iglesia

"Liderazgo litúrgico" no es una frase que se encuentre literalmente en el texto Bíblico. Sin embargo, es un concepto implícito en el contexto de la enseñanza de la Palabra —que por fuerza de la necesidad del ámbito moderno en el que la iglesia se desenvuelve hoy en día— es necesario formular a la luz de la Palabra de Dios.

Entendemos como "liderazgo litúrgico" en la iglesia al privilegio y la responsabilidad de:

1. Determinación de la liturgia

Con el propósito de exponer un desarrollo lo más fielmente acorde al contexto de la iglesia primitiva del Nuevo Testamento, en este material usaremos los términos pastor, obispo y anciano para referirnos al mismo tipo de líder espiritual a cargo de velar por el crecimiento espiritual de la iglesia y la sana doctrina.

Los ancianos/obispos/pastores, como líderes espirituales de la iglesia, responsables de la enseñanza doctrinal y la edificación del cuerpo de Cristo, son los encargados de determinar una liturgia Bíblicamente correcta y apropiada para la iglesia, en base a un análisis y estudio teológico sólido de los principios Bíblicos y una correcta exégesis de la Palabra.

Ellos deben tomar también en cuenta los postulados doctrinales (declaración de fe) de la iglesia local, así como las normas o estatutos que organizan su desempeño. Entendiendo que ambas cosas —la declaración de fe y las normas o estatutos— plasman la convicción doctrinal en base a la cual los misioneros/evangelistas iniciaron la obra y constituyeron oficialmente dicha iglesia. Entonces, es deber moral de estos líderes espirituales delante de Dios el continuar edificando sobre el mismo fundamento que los plantadores (fundadores) originales de la iglesia pusieron. Pues no está bien edificar una cosa distinta sobre fundamento ajeno (Ro. 15:20). Principalmente en referencia a las doctrinas más fundamentales de la fe y el marco de interpretación teológica elegidos por dichos fundadores. Y la línea doctrinal y teológica de una iglesia se define sin ambigüedad cuando ésta se une libremente a una denominación, o en otro caso, ha sido iniciado por miembros de esa denominación en particular. En nuestro caso, la Unión Cristiana Evangélica, que se define como "conservadora" en su doctrina y marco de interpretación teológica.

Entonces, para determinar la liturgia que se ha de practicar en la iglesia, los líderes deben tomar en cuenta también los postulados doctrinales y los estatutos de la denominación. Entendiendo que una iglesia pertenece a una denominación porque se ha unido voluntariamente a ella, o ha sido plantada por ella; y por consiguiente concuerda con sus postulados doctrinales y su forma de organización (reglamentos).

2. Organización y ejecución de la liturgia

Los directores del ministerio de música (o ministerio de alabanza) elegidos y nombrados generalmente por los ancianos/obispos/pastores son naturalmente los llamados a organizar y dirigir la celebración litúrgica en la iglesia. Su labor no es solamente velar por una adecuada práctica y ejecución litúrgica en el plano logístico-organizacional. Su labor es velar también por que esa práctica y ejecución litúrgica no se desvíe de lo establecido por los líderes espirituales de la Iglesia. En algunas iglesias, esta instancia (ministerio de música o alabanza) es denominada de otra forma, pero su propósito es el mismo. En iglesias donde no exista esta instancia organizada, la responsabilidad recae directamente en el liderazgo espiritual de la iglesia.

Objetivamente se entiende que los encargados de dirigir la práctica litúrgica en la iglesia son principalmente: el director del programa de culto, el director musical y los músicos (cantantes e instrumentistas). Participan también otros hermanos a cargo de funciones importantes: predicación de la Palabra, lectura Bíblica, celebración de la Cena del Señor, oración, recojo de ofrendas y diezmos, testimonios, números especiales, anuncios, etc. La labor organizativa principal está a cargo generalmente del director de programa y el director del ministerio de música o alabanza, a veces con la participación del pastor u otros líderes si se estima necesario. Su labor principal es la de preparar el programa de culto distribuyendo adecuadamente el tiempo disponible entre todos los números del programa. También coordinar con todas las personas que participan en cada uno de los números del programa. Por último, está también a su cargo la ejecución de dicho programa velando por la puntualidad, el orden y reverencia; resolviendo adecuadamente cualquier imprevisto que se presente, incluyendo cualquier tipo de interrupción o comportamiento inapropiado, voluntario o involuntario que podría ocurrir en el desarrollo del culto.

Peligros de una liturgia desconectada de una sana base teológica

Indudablemente, toda celebración litúrgica en la iglesia se constituye de forma directa o indirecta en enseñanza teológica. Incluso si ésto no es intencional. No es difícil entender el por qué si consideramos algunos de los propósitos principales del culto cristiano de adoración (Hch. 2:42, 20:7, 1 Co. 14:15–16, Ef. 5:19, 1 Co. 16:2, Col. 4:16, 1 Co. 11:23–26):

Entonces, si la liturgia no está fundamentada sobre una sana base teológica y exegética, a través de ella estaremos enseñando una doctrina errada. Y una mala teología con toda seguridad erosiona la fe del creyente y de la iglesia en su conjunto. Por contrapartida, una buena liturgia basada en una teología correcta, afirma la fe del creyente y fortalece espiritualmente a la iglesia.

La peor liturgia es aquella que no se fundamenta sólidamente en la doctrina bíblica y se limita a repetir fórmulas sin detenerse a considerar el significado y valor de lo que se dice y se hace en el culto. Sin considerar si se sujeta o no a principios de la Palabra de Dios. Hay una solo forma correcta de adorar y rendir culto a Dios; y es la que Dios mismo ha establecido en su Palabra. Por consiguiente, todo lo que necesitamos saber sobre liturgia está en la Palabra de Dios.

Un error común de la iglesia es justamente el desconectar la liturgia de la doctrina. Esto, especialmente por parte de los líderes espirituales a cargo de velar por la integridad espiritual de la iglesia. Cuando se practica la liturgia descuidando completamente el estudio doctrinal que necesariamente debería sustentarla, estamos ignoramos peligrosamente la importancia primordial y el valor de todo lo que se dice y se hace en el culto. No sólo caemos en la repetición monótona y mecánica de recetas, que en el mejor de los casos causa fatiga y cansancio en la iglesia, y en el peor de los casos puede incluso causar el enojo de Dios (Ex. 20:7). Sino que también tergiversa la sana enseñanza doctrinal y ocasiona que el Santo Espíritu sea contristado.

Una liturgia desconectada de la doctrina es peligrosa, ya que potencialmente nos lleva a cambiar de forma subrepticia (encubierta) la enseñanza doctrinal de la iglesia, desviándonos paulatinamente de la Palabra de Dios. Cuando esto sucede, la iglesia y/o denominación va perdiendo paulatinamente su propia identidad doctrinal y también litúrgica. Se hace a sí misma una mera "imitadora" artificial de otras, para pretender lo que no es, mostrando finalmente y de forma muy clara, un conflicto interno de identidad. Y esto es precisamente lo que ha estado causando hoy en día el fenómeno de la "pentecostalización" de las iglesias y denominaciones conservadoras. Alimentado en gran parte por el enormemente influyente movimiento de la música cristiana contemporánea comercial.

Cómo evitar estos peligros

Es de vital importancia que los encargados del liderazgo litúrgico en la iglesia (pastor, ancianos, encargados, directores, músicos, etc.) posean una base doctrinal sólida. Por esto, deben estar comprometidos permanentemente en el estudio teológico de la liturgia bíblica en particular, y de todas las doctrinas bíblicas fundamentales en general.

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad." 2 Timoteo 2:15

Para empezar, es recomendable  poseer una base sólida de principios fundamentales extraídos de los siguientes tipos de liturgia descritos en la Biblia:

También es importante la realización de estudios doctrinales en los siguientes temas:

Ministros de alabanza

El térrmino "ministro de alabanza" usado generalmente para designar a un músico a cargo de dirigir las alabanzas es un término asociado con la liturgia pentecostal-carismática. Este término ha sido popularizado por los cantantes de música cristiana contemporánea y no guarda relación directa con el tipo de liturgia conservadora que nuestra denominación (U.C.E.) históricamente ha practicado. En nuestra liturgia tradicional, la dirección de todo el programa está generalmente a cargo de un director de programa, quien no necesariamente tiene que ser músico o ser parte del grupo musical que acompaña el canto congregacional.

Por otra parte, la legitimidad del término "ministro de alabanza" y su uso en la liturgia conservadora como la nuestra, es debatible. En la liturgia conservadora "ministrar alabanza" se entiende como el hecho de servir a Dios en el culto a través del canto congregacional, del cual participa toda la iglesia. En ese sentido, todos los creyentes somos ministros de alabanza —no solamente la persona que dirige el programa. Porque en el culto somos todos los participantes del canto congregacional los que ministramos a Dios alabanza a través del canto.

En cambio, en la liturgia pentecostal-carismática, "ministro de alabanza" es más como un eufemismo para identificar al líder o vocalista del grupo musical que acompaña en la iglesia. Y es usado en parte para legitimizar la presencia en tarima de un solista o vocalista principal, al estilo de las bandas seculares de música contemporánea. Por otra parte, con cierta frecuencia se menciona el hecho de que el "ministro de alabanza" y el grupo musical "ministran a la congregación". Lo cual en sí mismo es un grave error de interpretación doctrinal, porque toda alabanza en el culto es ministrada a Dios, no a las personas. Si bien es posible que algunos cometan este error de manera no conciente o por ignorancia, aún así se está enseñando una liturgia errónea a la congregación.

¿Qué es el culto cristiano?

En la Biblia, las palabras "culto", "servicio", "ministración" y "adoración" se usan como sinónimas. Por lo cual, los términos "culto de adoración", "servicio de adoración", "servicio de culto", "ministración del culto", "ministración de la adoración", etc. son descripciones con redundancia. En ese entendido, algunos términos recomendados para describir apropiadamente el culto en la iglesia —sin caer en la redundancia— son por ejemplo: "programa de culto", "reunión de culto", "programa de adoración", "reunión de adoración", "servicio dominical", "culto dominical", etc.

"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones." Hechos 2:42

Hechos 2:42 es quizás la primera referencia directa a la reunión congregacional en la iglesia apostólica primitiva. Según este pasaje el propósito principal de la reunión congregacional es: perseverar. La iglesia cristiana celebra el culto o la adoración congregacional para perseverar. ¿Perseverar en qué? El pasaje anterior menciona cuatro cosas sumamente importantes:

Perseverar en la doctrina de los apóstoles. Esto claramente se refiere a la enseñanza y el estudio de la Palabra, que es fundamental para el crecimiento espiritual de la iglesia y el proceso de santificación progresiva en la vida de cada creyente nacido de nuevo. El discipulado entendido correctamente se basa fundamentalmente en la enseñanza doctrinal.

"2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará." Salmos 1:2–3

"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo." Salmos 19:7

Perseverar en la comunión de los hermanos. En el Griego original esto es la "koinonia", que significa básicamente: tener algo en común, participar de algo en común, tener compañerismo o estar asociados por una característica distintiva o un objetivo común. ¿Qué es fundamentalmente aquello que nos une y tenemos en común? La respuesta es sin lugar a dudas: Cristo, la salvación, el Espíritu Santo, y todo aquello que derive de ello. En otras palabras, nuestra "koinonia" es Cristo, se basa en Cristo y se centra en Cristo. Y debido a ésto entendemos que la servicio de adoración en la iglesia es fundamentalmente una reunión de creyentes. Los incrédulos son bienvenidos por supuesto, pero la reunión congregacional se centra en actividades para los creyentes, y que los creyentes deben realizar: enseñanza y aprendizaje doctrinal, tener comunión unos con otros en Cristo, participar de la Cena del Señor y perseverar en la oración. Éstas son actividades que típicamente realizarán solamente aquellos que tienen al Espíritu Santo morando en su interior, es decir, los verdaderos miembros de la "eklesía".

De todos modos los incrédulos son siempre bienvenidos, pero no está bien cambiar el modelo del servicio de adoración para reenfocarlo en las necesidades de los incrédulos o visitas que no son creyentes. Ellos también necesitan conocer a Cristo por supuesto; pero para ello tenemos otro tipo de programas con ese objetivo específico. Por ejemplo, el culto o programa evangelístico, el cual difiere bastante del culto congregacional en significado y objetivo. Consideremos además que en la iglesia apostólica primitiva, los cristianos relegaban la actividad evangelística netamente a la predicación en los lugares públicos (calles, plazas, etc.), en las sinagogas y a veces en el templo. Pero reservaban la reunión congregacional casi exclusivamente para los discípulos. No olvidemos que el prototipo tácito de la reunión congregacional se remonta a la última cena de Pascua celebrada por el Señor Jesús con sus discípulos, en la cual Él instituyó su cena. Fue una celebración exclusivamente con sus discípulos.

Perseverar en la Cena del Señor. En muchas iglesias la celebración de la Cena del Señor ha perdido su profunda significación para convertirse meramente en un rito. ¿Qué pasa por nuestra mente cuando celebramos la Cena del Señor? Se diría que probablemente no mucho en el caso de muchos creyentes, y no sería una exageración. Posiblemente la mayoría solamente se concentra en los conflictos interpersonales que pudieran haber o no, y en cómo eso los califica o descalifica para tomar la Cena del Señor. También pasa por la mente de algunos, el "qué dirán". Esto porque probablemente hemos convertido a la Cena del Señor en una simple constancia pública de virtud, para mostrarnos a nosotros mismos como "en comunión" con Dios delante de los demás. Si es así, eso por sí solo contradice completamente el propósito establecido por el Señor para su cena: "Haced esto en memoria de mi".

Se puede, y se debe decir tanto más acerca de la Cena del Señor y su significado profundo. Así como su importancia fundamental en la celebración litúrgica del culto congregacional. Bástenos decir por ahora que la celebración de la Cena del Señor es el recordatorio de la victoria definitiva de Cristo contra Satanás y contra el pecado. Es el recordatorio de la victoria del hombre (en Cristo) en contra de la embestida atroz del diablo hacia sí en el jardín del Edén. Es la celebración de la redención no solamente del ser humano, sino de toda la creación en su conjunto.

Es un poema, un himno de la victoria eterna de Dios contra su enemigo. La Cena del Señor es una celebración solemne y al mismo tiempo jubilosa. Es una declaración de que el enemigo está vencido. Es una afirmación del origen de la iglesia y el origen de su poder sobrenatural en Cristo. Es el recordatorio de lo que Jesús el Cristo, nuestro Hermano Mayor hizo por nosotros. El Segundo Adán que vino en carne, semejante a cada uno de nosotros, y nos redimió de la muerte. Y un día vendrá a recogernos para llevarnos con Él a su santa morada.

¿Por qué celebraríamos entonces la Cena del Señor como un simple rito superficial? No hay un por qué en lo más mínimo.

Perseverar en las oraciones. No es posible la victoria en la vida cristiana sin la oración. Se dice que la oración mueve el poder de Dios. ¿Pero no es más cierto que el poder de Dios es lo que nos mueve a la oración? Se dice que cuando la iglesia ora, Dios actúa. ¿Pero no es más cierto también que el actuar de Dios lleva a la iglesia a orar? Pues no es posible entender el objetivo de la oración sin entender primeramente la soberanía de Dios. Dios hará su voluntad incluso si la iglesia no ora, porque Él es soberano. Entonces cuando oramos según su voluntad, Él nos da posibilidad de ser partícipes a través de nuestras peticiones de todas las maravillas que Él ya se ha propuesto hacer desde antes de la fundación del mundo. Entonces nuestras oraciones son el incienso que se eleva en olor grato hacia el trono de Dios, no como una especie de "combustible" que Dios necesite para ponerse en marcha, sino más bien como una declaración irrefutable de que Dios está haciendo y hará lo que se ha propuesto a Sí mismo. En ese sentido nuestras oraciones son para Dios como el grato olor del incienso que sube antes su trono.

Hechos 2:42 nos muestra cuatro cosas sumamente importantes que nunca deben estar ausentes en todo culto cristiano de adoración. Sin embargo notemos que en este pasaje no se menciona a la música. Tampoco se menciona explícitamente la alabanza y adoración. Es importante notar que para los primeros cristianos, la adoración no era el acto de cantar, sino el acto físico de postrarse delante de Dios con la frente puesta en tierra. Cuando los primeros cristianos adoraban, se postraban físicamente sobre sus rostros delante de Dios en señal de sumisión. Por esto entendemos que el significado fundamental de la verdadera adoración a Dios se basa en la sumisión que se muestra a través de la obediencia a la Palabra de Dios.

"Si me amáis, guardad mis mandamientos." Juan 14:15

Sin embargo, sin lugar a dudas la música ha sido también parte de la celebración congregacional en la iglesia apostólica primitiva. Particularmente el canto. Pero incluso el canto de se tiempo tiene una muy remota semejanza al canto tal cual lo conocemos hoy en día.

"hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo." Efesios 5:19

Es curioso que el apóstol Pablo diga "hablando... con salmos, con himnos y cánticos". ¿Por qué hablando y no cantando? Históricamente se sabe que el canto en la iglesia del siglo primero era más hablado que melódico, tal cual es hoy en día. Y consistía principalmente en una especie de recitación entonada —casi cantada—principalmente de pasajes Bíblicos. A este estilo se le conoce como "cantilado". Esta práctica era por una parte muy beneficiosa porque ayudaba en la memorización de la Palabra. Recordemos que en ese tiempo los creyentes no sólo no tenían Biblias, sino que la mayoría tampoco sabían leer. La única "Biblia" disponible en ese tiempo era la Toráh (el Pentateuco) y los escritos de los profetas, los cuales solamente se encontraban en la sinagogas y era leídas por los escribas y rabíes.

Entonces, cuando Pablo dice "hablando... con salmos" probablemente está reconociendo y avalando la importancia de la comunicación, la repetición y la memorización de la Palabra entre los hermanos a través del canto o de la recitación en estilo cantado. En todo caso, en lo expresado por Pablo, es innegable el papel central de la declaración de la Palabra a través del canto. De ahí también entendemos que el papel fundamental del canto congregacional en la iglesia es declarar la verdad de la Palabra de Dios para la edificación de la iglesia. Y por consiguiente, un contenido doctrinal sólido en el canto es crucial. Pues como se ha visto, los primeros cantos cantados por la congregación de la iglesia apostólica primitiva, eran directamente repeticiones textuales de la Palabra, principalmente de los Salmos pero también de otros pasajes del antiguo testamento.

"La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales." Colosenses 3:16

El pasaje anterior reafirma lo ya mencionado dicho. No es coincidencia que Pablo mencione las siguientes frases, en el orden y relación con que las menciona:

Dando a entender implícitamente que el propósito del canto era que la Palabra abundara en la iglesia para propósito de enseñanza y exhortación en toda sabiduría.

Culto centrado en Dios vs. en el hombre

Programa de culto centrado en Dios

De la Palabra y de la definición de culto cristiano dada arriba entendemos que todo servicio de culto o adoración tiene que estar necesariamente centrado en Dios. En el sentido de que todos los propósitos, objetivos y actividades que se realizan en el servicio de culto vienen de Dios, y son para Dios. Hechos 2:42 nos muestra algunos de esos propósitos más principales. Entonces, la práctica de una liturgia Bíblica no puede ignorar este principio litúrgico fundamental.

Por definición, la liturgia Bíblica —así como todo en la vida cristiana— siempre ha sido y siempre será Teocéntrica (centrada en Dios —Ro. 11:36). Esto lo vemos claramente cuando estudiamos los tres tipo de liturgia que se encuentran en la Biblia: la liturgia levítica, la liturgia de la iglesia primitiva y la liturgia escatológica —o la adoración descrita en Apocalipsis. Como efecto secundario de la práctica litúrgica o de la adoración a Dios, por supuesto que el hombre es bendecido de manera indirecta —y mucho—. Pero el hombre no puede ser el centro de la liturgia. La lógica misma nos demuestra que no se puede hablar de "culto a Dios", "adoración a Dios" o "servicio a Dios" y no poner a Dios como centro de todo lo que se hace en el culto. El concepto Bíblico de adoración —que significa postrarse con el rostro a tierra— es de forma implícita mutuamente excluyente con poner al hombre en el centro. Pues donde sea que el hombre tome preponderancia, Dios quedará automáticamente excluido. Porque Dios no comparte su gloria con nadie. Y si Dios queda excluido, toda pretensión de adoración a Dios se vuelve vana.

Una liturgia Teocéntrica es además de gran ayuda para cultivar valores esenciales como la humildad, la generosidad, el amor al prójimo y el temor a Dios. Se puede argüir que la ausencia de un enfoque Teocéntrico le quita al culto su valor intrínseco. Esto ocasiona que los creyentes por ejemplo elijan participar de cualquier otra actividad en día domingo, en vez de participar en el culto. O que lleguen tarde, o que conversen en los pasillos mientras se desarrolla el programa, o se vayan antes de finalizar, o que no quieran ofrendar y diezmar, etc. Tales cosas podrían parecer triviales para el testimonio de la iglesia, pero no lo son.

Programa de culto centrado en el hombre

Hoy en día, el humanismo secular  —que pone al ser humano como centro de todo— está influenciando perjudicialmente a la doctrina cristiana en general, y a la liturgia en particular. Además se percibe así mismo un aroma existencialista que ha ido impregnando a la iglesia cristiana, para darle a la experiencia humana más valor, que incluso la ley y la autoridad de la revelación de Dios en su Santa Palabra.

Ambas cosas entre otras —el humanismo secular y el existencialismo— han dado lugar al servicio de culto centrado en el hombre (antropocentrico). Éste se caracteríza por moldear la liturgia en torno a las necesidades de las personas más que en torno a Dios y asu Palabra. Algunas de sus características sobresalientes de este tipo de culto son las siguientes:

1. Preponderancia de la música y el espectáculo audiovisual

En este tipo de programa, la música y la experiencia audiovisual es importante para satisfacer la necesidad de las personas de experimentar fuertes emociones. Es un intento de copiar el impacto emocional que otros espectáculos artísticos seculares producen en las personas. Por ejemplo, las películas y los mega-conciertos seculares de música contemporánea. En este tipo de culto se recurre cada vez más a imitar dichos espectáculos con el exagerado volumen sonoro, el uso de juegos de luces, máquinas de humo, pantallas de video gigantes, parafernalia escenográfica, etc. La idea general es no brindar al asistente una experiencia inferior a la que obtiene cuando ve una película de Hollywood o cuando asiste a un concierto de algún ídolo de la música pop o rock.

Juega también un papel primordial la calidad de la composición, producción e interpretación musical, la cual en muchos casos es innegablemente profesional. Éstos aspectos —composición, producción e interpretación musical— son los que producen precisamente ese impacto emocional profundo en las personas. El ámbito de la música secular, con la ayuda del dinero, explota estos aspectos de forma muy efectiva. Eso explica en gran parte por ejemplo, que veamos a adolescente y a jóvenes llorando no solamente en los conciertos, sino incluso cuando ven caminar por la calle a sus artistas favoritos. La descarga de adrenalina producida por la sugestión emocional en estos espectáculos es lo que lleva a esos "fans" a invertir no sólo su tiempo y energías, sino también su dinero en sus estrellas favoritas.

Sin embargo no se puede culpar a estas personas enteramente. Después de todo, somos seres humanos y Dios nos ha dado la capacidad de experimentar emociones. Sin embargo, debemos también recordar constantemente que vivimos en un mundo caído, en el cual Satanás y la carne intentarán manipular nuestro lado emocional para esclavizarnos a los vicios. Y sí, la música, o mejor dicho la "melomanía", es un vicio no menos perjudicial que el alcohol, el tabaco o las drogas.

En estos cultos es frecuente también usar una música de fondo sentimental y sugestiva durante la predicación. A esto podemos llamarle "el efecto Hollywood". En las películas la gente llora en escenas dramáticas no tanto por la trama misma de la escena, sino porque el efecto de la misma se multiplica masivamente con la ayuda de la música de fondo. De otro modo, las personas se emocionarían, pero no hasta perder el control de sus emociones. Esto es claramente manipulación emocional. Ahora cabe preguntarse los siguiente:

¿Es la Palabra de Dios realmente tan insípida como para recurrir a trucos manipulativos a fin de mejorar su sabor en el oyente?

¿Es el Espíritu Santo tan patéticamente incapacitado o minusválido, que necesita que se le ayude con trucos teatrales, a fin tocar y transformar a las personas?

Ahora preguntémonos también:

¿Está bien que los cristianos tratemos recurrir a la manipulación emocional en el culto o en la predicación del evangelio?

¿El Espíritu Santo realmente necesita recurrir a estos trucos teatrales y a estas herramientas carnales para obrar la justificación y la santificación en la vida del creyente?

La respuesta a todas las preguntas anteriores es un NO rotundo.

2. Prosperidad, éxito y superación personal vs. enseñanza doctrinal sólida

Manteniendo esa consonancia con una línea humanista y existencialista, el servicio de culto antropocéntrico cambia la enseñanza sólida de la Palabra, para dar lugar a lo que la naturaleza caída del hombre tiene comezón de oir: Que el evangelio es el camino a la prosperidad material, al éxito personal y a tener "nuestra mejor vida ahora" —no en en el cielo, sino ahora en el mundo. Lo cual es en el mejor de los casos, una interpretación burdamente fuera del contexto de la Palabra de Dios, y en el peor de los casos, una manipulación conciente de la Palabra para saciar la avaricia de la gente. Ésta es la forma en las que "pastores" que predican el "evangelio de la  prosperidad" justifican su pecado de codicia y avaricia.

No es de extrañarse que la predicación de sana doctrina sea excluida entonces de este tipo de servicios. Porque en la sana doctrina la prosperidad material, el éxito y la superación personal quedan excluidos completamente. Nadie niega que es perfectamente posible que un creyente sea rico y tenga éxito personal, lo cual no es intrínsecamente malo. Pero la Biblia no enseña que dichas cosas sean consecuencia directa de nuestra salvación o relación con Dios. La Biblia no nos manda a predicar dichas cosas como parte del mensaje del evangelio, porque no forman parte, ni formarán parte del evangelio jamás.

En la sana doctrina, sabemos que como discípulos del Señor es posible que seamos perseguidos por causa de nuestra fe, incluso al punto de perder la vida. Sabemos que no necesariamente seremos ricos ni prósperos en este mundo, porque nuestra riqueza no es de este mundo. Sabemos que no debemos hacernos tesoros en la tierra, sino en el cielo. Sabemos que debemos poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Sabemos que podemos incluso ver nuestras relaciones familiares rotas por causa de nuestra fe. Sabemos que hemos entrado por la puerta estrecha, no la ancha. Sabemos que Dios es amor, pero también que Dios es ira vengadora que se derramará sobre el mundo. Sabemos que Dios es Padre de los que hacen su voluntad, pero también es quien puede quitar la vida instantáneamente a los que colman su paciencia.

Pero éste es justamente el tipo de mensaje que no concuerda con el enfoque antropocéntrico del culto. Éste es el tipo de mensaje que puede potencialmente hacer escapar a los impostores que están en la iglesia. Aquellos que no se han arrepentido de sus pecados, sino andan solamente buscando el sello de aprobación de Dios para su conducta avara, rebelde y pecaminosa.

Este es el tipo de mensaje que puede transformar la conciencia de aquel que se acerca a Dios con una actitud egocéntrica, pero termina convencido de pecado, de justicia y de juicio. Esto, si se predica en el culto la sana doctrina. Porque si por el contrario se predica prosperidad, éxito y superación personal, saldrá más bien ratificado en su conducta avara, rebelde y pecaminosa. Creyendo erróneamente que ha encontrado la salvación, cuando en realidad todavía anda con el entendimiento enceguecido por el dios de este mundo.

3. La celebración no del Señor, sino del hombre.

Esto, lejos de ser algo bueno e inocuo, es en realidad todo lo contrario.

No está bien poner a la experiencia sensorial, el máximo disfrute personal y la gratificación instantánea de los seres humanos en el culto, por encima del deber de la adoración que la iglesia tiene como pago de tributo obligatorio al Creador.

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Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (29-01-24)