Llegar a la presencia de Dios por medio de la alabanza

Raúl Alvarez Torrico

Antes de proseguir con este artículo se recomienda leer primeramente el artículo introductorio "Dogmas de la liturgia pentecostal-carismática" disponible en este sitio web.

Este dogma no es Bíblico por el simple hecho de que la presencia de Dios no es consecuencia directa de nuestra alabanza. En general, el contexto Bíblico correcto es que nuestra alabanza es más bien una consecuencia directa de la presencia de Dios. Dicho de otro modo, no alabamos para que la presencia de Dios descienda sobre nosotros. Alabamos porque la presencia de Dios ya está en medio de nosotros. No alabamos a Dios para llegar a su presencia, alabamos a Dios porque ya estamos en su presencia. Y si verdaderamente estamos en su presencia, es imposible no alabarle.

¿Porque es que los ángeles alaban en el cielo?

No para llegar a la presencia de Dios por supuesto, pues ellos viven en la presencia inmediata de Dios. Los ángeles alaban a Dios en el cielo precisamente porque están delante de Dios. Y al estar delante de Él y ver su magnificencia es imposible quedarse callado, es impensable no alabarle. La alabanza es una reacción natural que brota del profundo asombro y admiración; del estupor que ángeles y seres humanos experimentamos en la presencia del Dios majestuoso y sublime. Por cosas más insignificantes que nos causan maravilla y asombro aquí en la tierra, es que los seres humanos a veces no paramos de hablar y de elogiar. ¿Cuánto más los ángeles al ver a Dios en el cielo? Otra cosa que la presencia de Dios provoca en ángeles y seres humanos por igual, es un profundo temor y reverencia.

Desarrollemos entonces algunos argumentos de la Palabra para sustentar esto. La Palabra nos enseña que la presencia de Dios se expresa básicamente de tres maneras o en tres modos:

Desarrollemos cada una de ellas.

La omnipresencia de Dios

Por la Palabra sabemos y entendemos que Dios está en todas partes. Existen varios pasajes en la Biblia que enfatizan la omnipresencia de Dios dando a entender claramente que la presencia de Dios en todas está partes —en todo el universo. Y su omnipresencia es muy real y patente. No desde una concepción poética o simbólica, no en un sentido figurativo, sino de forma completamente real y ostensible.

"7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano,  me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz." Salmos 139:7–12

En este sentido, cuando decimos por ejemplo que la presencia de Dios está "al lado nuestro", literalmente es así. No olvidemos que Dios conoce incluso nuestros pensamientos:

"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda." Salmos 139:1–4

Y la omnipresencia de Dios está ligada a su omnisciencia. Entonces, si Dios no solo ve lo que hacemos, sino que también sabe exactamente lo pensamos, no hay cercanía más real que ésta.

De hecho, la presencia de Dios es lo que sostiene junto a todo el universo para que no se desintegre en "mil pedazos". La presencia de Dios es lo que hace a los planetas girar sobre su órbitas y hace la vida posible en la Tierra. La presencia de Dios sostiene permenentemente la vida en la tierra. La presencia de Dios hace que nuestros cuerpos respiren el aire que nos mantiene con vida cada segundo. Si hipotéticamente hablando, la presencia de Dios por alguna razón abandonara este universo, el universo desaparecería en un segundo y nosotros moriríamos y dejaríamos de existir al instante. Sin la presencia de Dios la creación entera decae —se corrompe, se desintegra.

¿Cómo logramos acceso a la omnipresencia de Dios?

Ya vivimos todos en la omnipresencia de Dios, lo queramos o no. Creyentes e incrédulos. Y a Dios no le podemos ocultar nada. Delante de Él están plenamente expuestas todas nuestras acciones y todos nuestros pensamientos más íntimos (Sal. 139:1–4).

La presencia manifiesta de Dios

Entendemos como la presencia manifiesta de Dios a la voluntaria revelación que Dios hizo de Sí al hombre. Esto, posterior a la caída de Adán y Eva y la perversión subsecuente de la raza humana. En la Biblia cuando vemos que la presencia de Dios se hace manifiesta al hombre, generalmente vemos también que conlleva un pacto de redención propuesto por Dios. Por ejemplo, Dios se manifestó a Noé e hizo un pacto con él y su descendencia. Luego, Dios se manifestó también a Abraham y a Moisés e hizo pactos con ellos y la descendencia de Abraham —que incluye al pueblo de Israel. Y le ocurrió también a Jacob (Gn. 28:10–17)

Finalmente, Dios se ha manifestado también mediante su Hijo Jesús para la redención eterna del hombre:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos." Hebreos 1:1–4

Posteriormente a la muerte y resurrección de Jesús, Dios también se manifestó en Pentecostés mediante su Espíritu Santo para sellar a los creyentes nacidos de nuevo con su presencia en sus corazones (Jn. 14:16). Y ésta es la expresión actual de la presencia manifiesta de Dios en el hombre. Cristo vino a este mundo como hombre para dar su vida en sacrificio por nuestros pecados. Y cuando ascendió al cielo dejó al Espíritu Santo en su lugar para morar en el corazón de todos los creyentes nacidos de nuevo. Es así que ahora la presencia de Dios habita en el cuerpo de cada creyente, el cual es templo del Espíritu Santo.

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" 1 Corintios 6:19

Algunos hacen la distinción entre "presencia manifiesta de Dios" y "presencia interior de Dios", esta última para referirse específicamente a la presencia del Espíritu Santo en el creyente, pero básicamente la idea es la misma.

¿Cómo accedemos a la presencia manifiesta de Dios?

Sólo por medio del sacrificio de Cristo que expió nuestros pecados y nos dio acceso a la presencia de Dios Padre:

"19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Hebreos 10:19–22

Luego entonces, su presencia manifiesta está en nosotros por medio de su Espíritu Santo. Es entonces privilegio sólo de los creyentes nacidos de nuevo el vivir cada día en la presencia manifiesta de Dios por el Espíritu Santo que mora dentro de ellos.

En este sentido, la alabanza no puede darnos acceso a la presencia manifiesta de Dios. Aunque algunos argüirán lo contrario usando como referencia el siguiente pasaje:

"Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel." Salmos 22:3

Sin embargo este pasaje no enseña que nosotros podamos "llamar" o invocar la presencia de Dios por medio de las alabanzas, ni mucho menos por medio de la música —pues recordemos que alabanza no es precisamente música. La alabanza no es una especie de conjuro irresistible para invocar la presencia de Dios. Aunque hay algunos que enseñan precisamente ésto: que Dios no puede "resistirse" aunque quiera, a las alabanzas que su pueblo le brinda. Porque Dios, como que se "alimenta" de la alabanza de su Pueblo. Y que cuando "alabamos" a Dios de esa manera, Él incluso no puede negarse a concedernos todas nuestras peticiones. Lo cual es blasfemia porque atenta contra la doctrina de la aseidad de Dios —es decir, su auto-existencia independiente— y hace ver a Dios como alguien vanal y superficial, que necesita de los halagos del hombre para sentirse bien.

El Salmo 22:3 no nos está diciendo que Dios de alguna manera necesita de las alabanzas de Israel para subsistir o para sentirse bien. Cuando Dios hizo pacto con Israel, Él había dicho que habitaría en medio de ellos, en el Tabernáculo de Reunión donde los israelitas debían servirle con sacrificios y ofrendas (ver también Ex. 29:38–44).

"45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios." Éxodo 29:45–46

También dijo Dios que descendería en el Lugar Santísimo del Tabernáculo de Reunión cuando el sumo sacerdote entrase una vez por año en el Día de la Expiación (Yom Kipur) de los pecados del pueblo de Israel (Lv. 16). Es en ese sentido que Dios dijo que habitaría entre los hijos de Israel, es decir que su presencia estaría en medio de ellos.

Por tanto, cuando David menciona que Dios habita en medio de las alabanzas de Israel, no está implicando que las alabanzas sirven como una especie de "conjuro" para invocar la presencia de Dios. Sino simplemente que Dios había prometido su presencia en medio de Israel, y que cuando Israel su pueblo le alaba, entonces Dios habita en medio de su alabanza. Porque la inclinación natural de un pueblo que es conciente de la grandeza de su Creador es alabar al Creador. Y además Dios demanda que su pueblo le alabe. De hecho, Dios en todo momento recibe las alabanzas de todos los ángeles en el cielo y de toda la creación en su conjunto (Sal. 103:20; 148:2, Sal. 19:1–4, Ap. 7:11).

La presencia de Dios desciende

Otro pasaje usado para justificar este dogma es el siguiente:

"13 cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. 14 Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios." 2 Crónicas 5:13–14

Este pasaje hace referencia a la dedicación del primer templo en Jerusalén construido por Salomón. Y este pasaje tampoco está enseñando implícitamente que la música o los instrumentos musicales invocan o atraen la presencia de Dios. Porque, una vez mas, el concepto de "invocar" la presencia de Dios por medio de la música en la liturgia es totalmente ajeno a la Palabra. Lo que sucede en este pasaje es simplemente que Dios está cumpliendo lo que había prometido a Moisés en Éxodo 29:

"45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios.46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios." Éxodo 29:45–46

Así como la presencia inmediata de Dios estaba en el Lugar Santísimo del Tabernáculo de reunión, así mismo estaría en el Lugar Santísimo del Templo. No es que la presencia de Dios descendía cada vez que los levitas tocaban sus instrumentos y alababan. La presencia de Dios descendió la primera vez en la inauguración del primer templo de Salomón para quedarse permanentemente ahí.

Por consiguiente, este pasaje no nos refleja una ordenanza para una práctica litúrgica como tal, y mucho menos para invocar la presencia de Dios por medio de la alabanza. De hecho, ni siquiera nos refleja una ordenanza litúrgica respecto a la música. Pues la música en el templo realmente no fue ordenada por Dios en la ley levítica. Todo lo que los sacerdotes y levitas debían oficiar en la liturgia sacerdotal-levítica fue ordenado por Dios a Moisés con exhaustivo detalle —menos la música. ¿Entonces, por qué habían levitas músicos en el templo? Porque David lo instituyo, aparentemente por decisión personal, y Dios lo permitió por vía de concesión a David (Hch. 13:22). Su hijo Salomón simplemente estaba continuando lo que David instituyó.

"6 Y los sacerdotes desempeñaban su ministerio; también los levitas, con los instrumentos de música de Jehová, los cuales había hecho el rey David para alabar a Jehová porque su misericordia es para siempre, cuando David alababa por medio de ellos." 2 Crónicas 7:6

La presencia inmediata de Dios

¿Qué es la presencia inmediata de Dios? La presencia inmediata de Dios es la cercanía personal de la gloria absoluta de Dios. Dicho de otro modo, estamos en la presencia inmediata de Dios si podemos percibirla a través de nuestros sentidos. Por ejemplo, si podemos ver su gloria con nuestros ojos —aunque nadie puede ver el rostro de Dios— y escuchar su voz con nuestros oídos. En la presencia inmediata de Dios el ser humano pecador tiende a desfallecer y puede incluso morir.

Tal parece que Adán y Eva vivían en la presencia inmediata de Dios antes de su caída (Gn. 3:8). Los ángeles, con toda seguridad moran en la presencia inmediata de Dios Padre (Lc. 1:19).

Desde la caída de Adán y Eva la presencia inmediata de Dios Padre no solamente es inaccesible para el ser humano, sino que también es fatal. Porque cualquier pecador en la presencia inmediata de Dios muere. Esto, por la sentencia de muerte que la santidad suprema de Dios impone sobre la naturaleza pecaminosa del hombre. Aparentemente ni los "serafim" (ángeles) pueden mirar a Dios cara a cara.

"En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban." Isaías 6:1–2

Sólo en contadas excepciones un ser humano pecador estuvo en la cercanía inmediata de Dios sin morir, pero el riesgo de su muerte fue real. Aparentemente le pasó a Isaías (Is. 6:1–7), le pasó a Moisés con toda seguridad (Ex. 33:17–23), probablamente a Pablo (2 Co.12:1–6) y posiblemente al apóstol Juan (Ap. 1:9–17).

Se podría argumentar que algunos de estos casos corresponden más a visiones y revelaciones espirituales, pero de todos modos ilustran contundentemente el significado y lo que implica la presencia inmediata de Dios. Dios habita en luz inaccesible y ningún hombre le ha visto, ni le puede ver cara a cara.

"15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén." 1 Timoteo 6:15–16

Por otra parte, al parecer la presencia inmediata de Dios también estaba en el tabernáculo de reunión cuando el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo una vez cada año en el Día de la Expiación por los pecados. Aquí también el peligro de muerte para el sumo sacerdote era real. Cuando Jesús fue crucificado, el velo que dividía en Lugar Santo del Lugar Santísimo se rasgó de arriba abajo, pues Cristo nos dio entrada a la presencia manifiesta de Dios a través de su Espíritu Santo morando en nosotros. Y nos dará también entrada a la presencia inmediata de Dios Padre cuando vivamos en su gloriosa morada junto con Él.

¿Cómo accedemos a la presencia inmediata de Dios?

Accederemos a la presencia inmediata de Dios probablemente justo después del arrebatamiento. Para ello, nuestros cuerpos tienen que ser primeramente resucitados o transformados en incorruptibles y libres de nuestra actual naturaleza carnal pecaminosa. De otro modo es imposible que accedamos a la santidad de la presencia inmediata de Dios:

"51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria." 1 Corintios 15:51–54

Con toda seguridad estaremos en su presencia inmediata cuando Dios haya creado un cielo nuevo y una tierra nueva y habitemos juntamente con Él en la Nueva Jerusalén:

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron." Apocalipsis 21:1–4

Entonces la alabanza tampoco puede darnos acceso a la presencia inmediata de Dios. Solamente  el sacrificio de Cristo que expió nuestros pecados y su resurrección, que hizo posible la nuestra. Solo por Cristo es que veremos un día el rostro de Dios:

"Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos." Apocalipsis 22:1–5

Entonces el problema no es llegar a la presencia de Dios porque todas las personas, queramos o no, estamos en la omnipresencia de Dios en todo momento. Y los creyentes nacidos de nuevo ya viven también en la presencia manifiesta de Dios Por el Espíritu Santo morando en ellos. El problema más bien es reconocer de manera conciente la presencia de Dios y actuar en conformidad a ello. Cuando alabamos a Dios estamos haciendo precisamente esto: reconocer la presencia de Dios que ya está en medio de nosotros. Y actuar en conformidad a ello significa primeramente andar en obediencia a sus mandamientos. En segundo lugar, dar a Dios la gloria y alabanza debida a su Nombre. Por eso, afirmar que la alabanza nos da acceso a la presencia de Dios no es Bíblicamente correcto.

Más aún sin embargo, como ya se mencionó antes, el acto verdadero de alabar a Dios no es cantar canciones, sino bendecir a Dios en los momentos más difíciles y confesar —como hizo Job— que Dios soberanamente decide dar y decide quitar a quien quiera y cuando Él quiera, sin atribuir a Él despropósito alguno. El siguiente pasaje es un ejemplo poderoso de verdadera alabanza:

"20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno." Job 1:20–22

Finalmente, es correcto también entender la presencia de Dios como el estado o la posición de un creyente en la que goza de la bendición, aprobación y amor de Dios. Sin embargo, a este estado tampoco se accede a través de la alabanza musical, sino viviendo una vida de obediencia a Dios.

El estudio titulado "La presencia de Dios" disponible en este sitio web contiene ideas complementarias importantes acerca de este tema. Concretamente, desarrolla la doctrina Bíblica del "sustento continuo de Dios para la existencia continua de la creación". Se recomienda su lectura como complemento a este material.

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Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (07-03-24)