La presencia de Dios

Raúl Alvarez Torrico

Resumen

El concepto de la presencia de Dios como tal puede llegar a ser sumamente abstracto y complejo en más de un sentido debido a que la plenitud de la Deidad y su esencia infinita expresada en tres Personas —Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo— es también bastante compleja de entender desde nuestra perspectiva humana finita.

En este estudio se explican los tres modos de la expresión de la presencia de Dios, tal cual tal cual los encontramos en el contexto de la Biblia.

La Palabra nos enseña que la presencia de Dios se expresa básicamente de tres maneras o en tres modos:

Expliquemos con más detalle cada una de ellas.

La omnipresencia de Dios

Por la Palabra sabemos y entendemos que Dios está en todas partes. Existen varios pasajes en la Biblia que enfatizan la omnipresencia de Dios dando a entender claramente que la presencia de Dios está en todas partes —en todo el universo. Y su omnipresencia es muy real y patente. No solamente desde una noción poética o simbólica, y no en un sentido simplemente figurativo, sino por el contrario de una forma completamente real y ostensible:

"7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano,  me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz." Salmos 139:7–12

En este sentido, cuando decimos por ejemplo que la presencia de Dios está "al lado nuestro", literalmente es así. No olvidemos que Dios conoce incluso nuestros pensamientos más íntimos. Y los conoce incluso mejor que nosotros mismos:

"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón." Salmos 26:2

"Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda." Salmos 139:1–4

Por otra parte, definitivamente la omnipresencia de Dios está ligada a su omnisciencia. Entonces, si Dios no solo ve lo que hacemos, sino que también sabe exactamente lo pensamos, no hay cercanía de Dios más real que ésta.

La presencia de Dios es aquello que sostiene junto, unido a todo el universo para que no se desmorone completamente. La presencia de Dios es lo que hace a los planetas, estrellas y galaxias girar sobre su órbitas. La presencia de Dios hace que todos los procesos biológicos y moleculares que hacen posible la vida en la Tierra, funcionen. Porque Él tiene en sus manos todas las leyes de la física, las cuales posibilitan así mismo otras leyes en el universo que gobiernan la materia. La presencia de Dios hace que nuestros cuerpos respiren el aire que nos mantiene con vida a cada segundo. Si hipotéticamente hablando, la presencia de Dios por alguna razón abandonara este universo, el universo desaparecería en un instante y nosotros moriríamos y dejaríamos de existir al instante. Este concepto sin lugar a dudas está implícito en la Biblia y es muy importante —el sustento continuo de Dios para la existencia continua de la creación. Sin la presencia de Dios la existencia continua —la persistencia— de la creación no es posible. Sin la presencia de Dios el universo entero decae —se corrompe, se desintegra.

"47 Mas Salomón le edificó casa; 48 si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta: 49 El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? 50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?" Hechos 7:47–50

Estas palabras las dijo Esteban —aquel "varón lleno de fe y del Espíritu Santo" en la iglesias apostólica primitiva— en su defensa ante el concilio judío cuando le acusaron falsamente de blasfemar contra el templo. En este pasaje Esteban está citando al profeta Isaías (Is. 55:1–2). Sus palabras son una advertencia en contra de la necia pretensión de algunos hombres, de que Dios estaría encerrado en las cuatro paredes de un templo. En su defensa Esteban recurre al título de "Altísimo" para referirse a Dios, y esto no parece ser casualidad. Luego afirma que Dios está sentado en su trono celestial y que la tierra es como el podio o la tarima donde Él asienta sus pies. De esta manera, tanto el profeta Isaías como el discípulo Esteban destacan la omnipresencia de Dios y su dominio sobre el cielo y la tierra. En base a sus palabras, no solamente vivimos en la presencia de Dios, sino que vivimos a sus pies. Y si esto es así —y ciertamente lo es— no hay presencia de Dios más real que ésta.

Un tiempo después, Pablo también hizo referencia esa misma necia pretensión. Y él describe también la relación de la omnipresencia de Dios con el sostenimiento de la vida. Pues una prueba palpable e indiscutible de la presencia de Dios es precisamente el hecho de que nosotros existimos. El hecho de que vivimos y respiramos. No hay presencia de Dios más real que ésta.

"24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas." Hechos 17:24–25

En este pasaje Pablo no sólo puntualiza el error de pensar que Dios pueda estar confinado a las cuatro paredes de un templo. Puntualiza también el error de pensar que Dios pudiera necesitar algo de nosotros los seres humanos. O que nosotros pudiéramos verdaderamente honrar a Dios con las obras de nuestras manos.

Por lo tanto, es un error pensar que Dios solamente nos ve dentro de un templo, pero no afuera en el mundo. Y es un error pensar que se puede vivir con una actitud, en medio de la iglesia, y otra diferente en el mundo. O en la casa, o incluso en la soledad de nuestra vida privada. Es un error pensar que Dios nos ve en la iglesia cuando alabamos y adoramos, pero no en la privacidad de nuestra habitación, o incluso en lo íntimo de nuestros pensamientos. Si bien, nuestros pensamientos son secretos para otras personas, no lo son para Dios. Finalmente, es también es un error pensar que cualquier obra de nuestras manos presentada delante de Dios —sin considerar el estado de nuestro corazón— pueda honrarle, siendo que Él es creador y dueño de todo cuanto existe.

"27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. " Hechos 17:27–28

Luego dice también Pablo que Dios está cerca de nosotros. Aquí sin duda hace también referencia a la omnipresencia y cercanía de Dios pero no en un sentido meramente poético o figurado, sino más bien literal, real y ostensible. Cuando dice "palpando puedan hallarle" está diciendo en otras palabras que Dios está literalmente "a un brazo de distancia" —y ésto no es hipérbole. Todo lo cual es mucho decir contra quienes tienen la idea de que Dios está lejos de este mundo y es completamente ajeno a él.

Más adelante, Pablo hace referencia también a la doctrina Bíblica del sustento continuo de Dios para la existencia continua de la creación. Como ya dijimos antes, esto se refiere al hecho de que Dios no solamente creó el universo y la vida en la tierra, sino que los sustenta activamente día a día mediante su omnipotencia y su omnisciencia. En otras palabras, se puede decir que Dios sostiene en su mano la creación entera de forma activa para que ésta continúe existiendo. Como los pilares que sostienen un edificio. Si Dios quita su mano sustentadora, la creación entera se desintegra y desaparece. Y toda la vida en la tierra —nuestra vida— termina. Entonces, si Dios literalmente sustenta nuestra vida en cada respiro que damos, no hay presencia de Dios más real que ésta.

Como ejemplo final el escritor de Hebreos también hace referencia a este concepto del sustento continuo de Dios para la existencia continua de la creación, hablando de Jesucristo cuando dice:

"3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,  [...]" Hebreos 1:3

En otras palabras, Jesucristo no solamente es Dios en su misma sustancia, sino que también sustenta toda la creación mediante el infinito poder imbuido en aquella palabra que Él emitió cuando creaba el universo entero.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.2 Este era en el principio con Dios.3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Juan 1:1–2

Entonces, si la palabra de su poder sustenta continuamente a la creación, lo cual a su vez posibilita que la creación siga existiendo, la omnipresencia de Dios es real. No hay presencia de Dios más real que ésta.

Así que finalmente, sea que ignoremos la presencia de Dios o no, realmente nunca podemos escapar de ella. Podemos ignorar su presencia mientras que Él literalmente hace que las células de nuestro cuerpo continúen con vida de un segundo al siguiente. Podemos hacerlo, pero no hay insensatez más absurda que ésta.

¿Cómo logramos acceso a la omnipresencia de Dios?

Ya vivimos todos en la omnipresencia de Dios, lo reconozcamos o no. Creyentes e incrédulos. Y a Dios no le podemos ocultar nada. Delante de Él están plenamente expuestas todas nuestras acciones y pensamientos más íntimos (Sal. 139:1–4).

La presencia manifiesta de Dios

Entendemos como la presencia manifiesta de Dios a la voluntaria revelación que Dios hizo de sí mismo al hombre. Posterior a la caída de Adán y Eva y la perversión de la raza humana, Dios se reveló al hombre en más de una ocasión. Y en cada una de estas revelaciones Dios propone un pacto de redención para el ser humano. Por ejemplo, Dios se manifestó a Noé e hizo un pacto con él y su descendencia para la redención de la raza humana. Luego, Dios se manifestó también a Abraham e hizo un pacto con él y su descendencia. Se manifestó también a Jacob y ratificó su pacto con él y su descendencia (Gn. 28:10–17). Se manifestó también a Moisés e hizo pacto con él y el pueblo de Israel (Ex. 3).

Finalmente, Dios se ha manifestado también mediante su Hijo Jesús para la redención eterna del hombre:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos." Hebreos 1:1–4

Posteriormente a la muerte y resurrección de Jesús, Dios se manifestó también en Pentecostés al derramar su Espíritu Santo sobre los creyentes para sellarlos con su presencia en sus corazones (Jn. 14:16). Y ésta es la expresión final de la presencia manifiesta de Dios en el hombre. Primeramente Cristo vino a este mundo como hombre para dar su vida en sacrificio por nuestros pecados. Luego, cuando ascendió al cielo dejó al Espíritu Santo en su lugar para morar en el corazón de todos los creyentes nacidos de nuevo. Por lo tanto ahora la presencia de Dios habita en el cuerpo de cada creyente, el cual es templo del Espíritu Santo.

"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" 1 Corintios 6:19

Algunos hacen la distinción entre "presencia manifiesta de Dios" y "presencia interior de Dios", esta última para referirse específicamente a la presencia del Espíritu Santo en el creyente, pero básicamente la idea es la misma.

¿Cómo accedemos a la presencia manifiesta de Dios?

Sólo por medio del sacrificio de Cristo que expió nuestros pecados y nos dio acceso a la presencia de Dios Padre:

"19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura." Hebreos 10:19–22

En el pasaje anterior el acceso a la presencia de Dios se entiende en el sentido del acceso al perdón de Dios. Es decir que cualquier persona tiene ahora la libertad de acceder a Dios directamente para recibir el perdón de sus pecados, sin la ayuda de ningún intermediario humano —como lo eran los sacerdotes en el Antiguo Testamento. Cristo es ahora el único intermediario entre Dios y los hombres.

"3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre," 1 Timoteo 2:3–5

Luego entonces, su presencia manifiesta está en los creyentes que se han arrepentido y confesado sus pecados. Éstos han nacido de nuevo y la presencia de Dios mora en ellos por medio del Espíritu Santo. Y esta presencia es también patente y real, no es simbólica ni figurativa.

"el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones." 2 Corintios 1:22

Arras

Adelanto. Dinero que en las compras se da como prenda o pago inicial que garantiza el pago posterior del importe total.

Según Pablo, la presencia del Espíritu Santo es un adelanto que el creyente recibe como prenda que garantiza la recepción posterior de todas promesas hechas por Dios. Particularmente la salvación, la vida eterna y el acceso a su presencia inmediata —más de esto a continuación. 

Es entonces privilegio sólo de los creyentes nacidos de nuevo el vivir cada día en la presencia manifiesta de Dios por el Espíritu Santo que mora dentro de ellos. Y la presencia manifiesta de Dios mediante Cristo y su Espíritu Santo nos garantizan el acceso posterior a la presencia inmediata de Dios.

La presencia inmediata de Dios

¿Qué es la presencia inmediata de Dios?

La presencia inmediata de Dios es la cercanía personal de la gloria absoluta y sublime de Dios Padre. Dicho de otro modo, estamos en la presencia inmediata de Dios si podemos percibirla a través de nuestros sentidos. Por ejemplo, si podemos ver su gloria con nuestros ojos —aunque nadie puede ver el rostro de Dios— y escuchar su voz con nuestros oídos, o sentirla físicamente en cada fibra de nuestro cuerpo. En la presencia inmediata de Dios el ser humano pecador tiende a desfallecer y puede incluso morir.

Tal parece que Adán y Eva vivían en la presencia inmediata de Dios en el jardín de Edén antes de su caída (Gn. 3:8). Los ángeles, con toda seguridad moran en la presencia inmediata de Dios Padre (Lc. 1:19).

Desde la caída de Adán y Eva la presencia inmediata de Dios Padre no solamente es inaccesible para el ser humano, sino que también es fatal. Porque cualquier pecador en la presencia inmediata de Dios muere. ¿Por qué? Por la sentencia de muerte que la santidad suprema de Dios impone sobre la naturaleza pecaminosa del hombre. Dicho de otro modo, la presencia de la luz ocasiona inevitablemente la desaparición de la oscuridad, pues ambas no pueden coexistir. El pecado no puede subsistir delante de la presencia inmediata de Dios y tiene que ser erradicado.

Aparentemente ni los "serafim" (ángeles) pueden mirar a Dios cara a cara.

"En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban." Isaías 6:1–2

Sólo en contadas excepciones un ser humano pecador estuvo en la cercanía inmediata de Dios sin morir, pero el riesgo de su muerte fue real. Aparentemente le pasó a Isaías (Is. 6:1–7), le pasó a Moisés con toda seguridad (Ex. 33:17–23), al profeta Daniel (Dn. 10:4–9), probablamente a Pablo (2 Co.12:1–6) y posiblemente al apóstol Juan (Ap. 1:9–17).

Se podría argumentar que algunos de estos casos corresponden más a visiones y revelaciones espirituales. De todos modos, en todos ellos la presencia de Dios es muy real e ilustran contundentemente el significado de su presencia inmediata y lo que implica para el ser humano experimentarla de cerca.

Dios habita en luz inaccesible y ningún hombre le ha visto, ni le puede ver cara a cara.

"15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén." 1 Timoteo 6:15–16

A su vez, al parecer la presencia inmediata de Dios también estaba en el tabernáculo de reunión cuando el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo una vez cada año en el Día de la Expiación por los pecados. Aquí también el peligro de muerte para el sumo sacerdote era real. Cuando Jesús fue crucificado, el velo que dividía el Lugar Santo del Lugar Santísimo se rasgó de arriba abajo y Cristo nos dio entrada a la presencia manifiesta de Dios a través de su Espíritu Santo morando en nosotros. Y nos dará también entrada a la presencia inmediata de Dios Padre cuando vivamos en la gloria con Él.

¿Cómo accedemos a la presencia inmediata de Dios?

Accederemos a la presencia inmediata de Dios probablemente justo después del arrebatamiento. Con toda seguridad estaremos en su presencia inmediata cuando Dios haya creado un cielo nuevo y una tierra nueva y habitemos juntamente con Él en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:1–4).

Solo por Cristo es que veremos un día el rostro de Dios:

"Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos." Apocalipsis 22:1–5

Conclusión

Coram Deo es una frase en Latín que significa "en la presencia de Dios".

"Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios [Coram deo] En la luz de los que viven." Salmos 56:13

"Recientemente, un amigo me hizo con toda seriedad la [...] pregunta. Preguntó: "¿Cuál es la idea fundamental de la vida cristiana?" El estaba interesado en entender cual es el objetivo final y global de la vida cristiana.

Para responder a su pregunta, recurrí a la prerrogativa del teólogo y le di un término latino. Le dije: 'La gran idea de la vida cristiana es Coram Deo. Coram Deo capta la esencia de la vida cristiana'.

Esta frase se refiere literalmente a: algo que ocurre en la presencia o ante el rostro de Dios. Vivir Coram Deo es vivir toda nuestra vida en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, para la gloria de Dios.

Vivir en la presencia de Dios es comprender que cualquier cosa que hagamos y dondequiera que lo hagamos, actuamos bajo la mirada de Dios. Dios es omnipresente. No hay lugar tan remoto que podamos escapar de su mirada penetrante."[1]

—R.C. Sproul

[1] What Does “Coram Deo” Mean?, https://www.ligonier.org/learn/articles/what-does-coram-deo-mean

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Este material está en constante revisión y complementación.

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