Hacer guerra espiritual a través de la alabanza

Raúl Alvarez Torrico

Antes de proseguir con este artículo se recomienda leer primeramente el artículo introductorio "Dogmas de la liturgia pentecostal-carismática" disponible en este sitio web.

Un pasaje que se usa frecuentemente en el ámbito pentecostal para afirmar que la alabanza tiene poder, es éste que relata la caída de los muros de Jericó:

"Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron." Josué 6:20

Pero éste y otros pasajes que se usan para apoyar la idea de que la alabanza desata el poder de Dios, no son sino interpretaciones fuera de contexto. Hebreos 11:30 nos da la explicación clara de por qué cayeron los muros de Jericó:

"Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días." Hebreos 11:30

El poder de Dios obró porque el pueblo de Israel tuvo fe en la promesa de Dios hecha a Josué y a todo el pueblo de Israel. Analicemos algunos eventos claves que preceden este episodio. Antes de la caída de Jericó, el Señor Jesús se le apareció a Josué en persona:

"13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? 14 Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? 15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo." Josué 5:13–15

¿Cómo sabemos que era Jesús? Porque cuando Josué se inclino y le adoró Él no objetó. Si hubiera sido un ángel común y corriente, no hubiera permitido que Josué le adorara (Ap. 19:10; 22:9).

El Señor se presentó con una espada desenvainada en su mano para dar a entender que Él en persona comandaría la batalla. En el capítulo 6, Jehová —probablemete en la persona del Señor Jesús— continúa hablando con Josué:

"Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra." Josué 6:2

Esta es la promesa de Dios, de que la victoria de Josué y de todo el pueblo de Israel estaba asegurada. Luego le da las instrucciones específicas para el pueblo:

"Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante." Josué 6:5

No menciona específicamente a la alabanza. Menciona el sonido de la bocina y que el pueblo gritaría a gran voz. Ambas cosas eran aparentemente una práctica común en las batallas de la antigüedad. Las bocinas  eran usadas para coordinar el momento exacto para el inicio del ataque. Y gritar a gran voz, pues demostraba la determinación de un  ejército de entrar en la batalla y derrotar a sus enemigos.

Entonces, lo que ocurrió probablemente fue que Dios quería que su pueblo fuese a la batalla y experimentara la victoria dada por Dios de forma milagrosa justo antes de que el pueblo blandiese la espada para atacar. De manera similar hizo Dios más de una ves en la historia del pueblo de Israel.

Nuevamente, el pasaje de Josué 6 realmente no menciona la alabanza. Lo que menciona es que las bocinas sonaban continuamente, esto los primeros seis días. En el séptimo día después que las bocinas fueron tocadas, el pueblo "gritó con gran vocerío" y el muro se derrumbó. Queda muy queda claro entonces que lo que el pueblo de Israel hizo no tiene que ver con la celebración de algún de rito litúrgico de alabanza, sino más bien una estrategia militar.

La promesa en la dedicación del templo

Otro pasaje usado para tratar de argumentar que la alabanza es un arma para la guerra espiritual es el siguiente:

"21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros." 2 Crónicas 20:21–22

Sin embargo otra vez, este pasaje no es una prueba de que la música o la alabanza sean armas de guerra espiritual. Y si se lo usa para argumentar que la alabanza es guerra espiritual, es porque está sacado fuera de su contexto. Si leemos cuidadosamente todo el capítulo 20 de 2 Crónicas entendemos el por qué. En este pasaje el rey Josafat, al enterarse que los Moabitas y Amonitas se preparaban para atacar a Judá reunió a todo el pueblo en el templo y elevó una oración a Dios pidiendo ayuda contra sus enemigos. Básicamente clamó diciendo:

"9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. 10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, [...] 11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión." 2 Crónicas 20:9–11

Esto oró Josafat reclamando la promesa que Salomón había pedido de parte de Dios años atrás cuando hizo la dedicación del templo. Esto fue lo que pidió a Dios Salomón:

"44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú les mandes, y oraren a Jehová con el rostro hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,45 tú oirás en los cielos su oración y su súplica, y les harás justicia." 1 Reyes 8:44–45

Ayuda mucho también leer todo el contexto de 1 Reyes 8 desde los versos 12 al 65.

Entonces, la oración de Josafat se realizó en el contexto de reclamar para sí y para el pueblo de Judá que estaba con él, la promesa con la que Salomón había dedicado el templo a Dios. Diciendo básicamente: "Si estuviésemos en gran necesidad y nosotros nos humilláremos y clamáremos por tu ayuda en este templo, Tu Señor nos oirás. Porque tu presencia habita en este templo."

Cuando Josafat terminó su oración, el levita Jahaziel, por medio del Espíritu Santo profetizó de parte de Dios al pueblo:

"y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios." 2 Crónicas 20:15

En otras Palabras, Dios estaba cumpliendo su promesa a Salomón. Y había determinado que Él personalmente iba a pelear por su pueblo, pues ni siquiera el pueblo tendría que pelear para defenderse:

"No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros." 2 Crónicas 20:17

Inmediatamente después, Josafat y los habitantes de Judá y Jerusalén se inclinaron rostro a tierra y adoraron a Jehová. Y los levitas empezaron a alabar a Dios "con fuerte y alta voz" como expresión de su gratitud por la salvación recibida. Pues estaban seguros de que Dios los salvaría de sus enemigos.

Al día siguiente el pueblo salió al desierto a enfrentar a sus enemigos. Josafat puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová mientras el ejército marchaba al campo de batalla. Pero poco después que empezaron a entonar cantos de alabanza, Dios hizo que sus enemigos se matasen unos a otros y el pueblo de Judá ya no tuvo más enemigos que enfrentar. Y ése es el contexto de lo que se describe en el primer pasaje leído de 2 Crónicas 20:21–22.

Entonces es importante entender en base a todo este contexto que las alabanzas no desataron el poder de Dios para que Judá venciera a sus enemigos. Las alabanzas eran simplemente la expresión de gratitud del pueblo porque ya sabían de antemano que Dios iba a librarlos de sus enemigos. Dios obró no porque el pueblo alabó. Dios obró porque estaba dispuesto a cumplir su promesa hecha a Salomón y al pueblo de Israel en el momento de la dedicación del templo construido por Salomón por encargo de su padre David. Y al hacerlo así Dios estaba también cumpliendo sus promesas hechas a Abraham, Isaac, Jacob y David. Eso es básicamente todo lo que hay que entender de este pasaje.

La guerra espiritual es real

Por otra parte sin embargo, la guerra espiritual es algo real en la vida Cristiana. Y cuando se trata de ella, no hay pasaje más contundente que éste:

"10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;" Efesios 6:10–18

Este pasaje nos enseña cuales son las armas del Cristiano para la guerra espiritual:

La verdad, la justicia, el evangelio de la paz, la fe, la salvación, la Palabra de Dios y la oración.

No menciona a la música o la alabanza como armas para la guerra espiritual. Si lo fueran, con toda seguridad tendrían entonces que mencionarse en este pasaje. Pero no son mencionadas. Y éste es el pasaje por excelencia que describe la guerra espiritual que la iglesia enfrenta.

Por otra parte es claro que en la teología pentecostal-carismática se hace un fuerte énfasis en incluir la alabanza, particularmente en su forma musical —aunque recordemos que alabanza no es precisamente música— como arma para la guerra espiritual. Incluso a veces en desmedro de la oración y la Palabra. ¿Por qué? Porque no hay forma más divertida de hacer guerra espiritual que la "conciertización" musical del culto. Es decir, participando de un programa de culto con rasgos de concierto musical.  En el que podemos cerrar lo ojos, cantar melodías bonitas y vibrar con la música y el espectáculo audiovisual.

Todos quieren librar una "guerra espiritual" en esos términos. Casi nadie quiere librarla estudiando la Palabra, predicando el evangelio y haciendo oración intercesora. Así no es tan divertido.

Finalmente, es perfectamente aceptable que la congregación se emocione de forma natural cuando esa emoción es el resultado del obrar genuino del Espíritu Santo. Lo que no está bien es usar la música para manipular las emociones de las personas.

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Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (07-03-24)