La disciplina en la Biblia

Raúl Alvarez Torrico

Resumen

En este estudio discutiremos el significado e importancia de la disciplina en la Biblia. Empezaremos dando una definición etimológica para luego explicar cual es el propósito fundamental del ejercicio de la disciplina tal cual ha sido instituida por Dios, haciendo énfasis particular en la importancia de su aplicación en la iglesia. Finalmente hablaremos acerca de los tipos principales de disciplina mencionados en la Biblia y su relación entre ellos. Por ejemplo: la disciplina preventiva, la disciplina correctiva y la autodisciplina, así como también: la disciplina de padres a hijos, de la iglesia a los creyentes y de Dios a su pueblo.

Introducción

Se puede argumentar que el concepto y la práctica de la disciplina es quizá uno de los más importantes en la iglesia Cristiana, y al mismo tiempo uno de los más descuidados lamentablemente. Basados en evidencia anecdótica no es difícil ver que la gran mayoría de los creyentes poseen un entendimiento incompleto e incluso erróneo del significado, propósito y aplicación de la disciplina.

Por otra parte, la disciplina tal cual se describe en la Palabra, no se circunscribe solamente a la disciplina que es ejercitada en el ámbito de la iglesia. Y menos aún consta tan solamente de medidas punitivas o "sanciones" generalmente entendidas como un castigo impuesto por los líderes de la iglesia, a veces incluso aparentemente de forma arbitraria. Sino que existen también otros tipos de disciplina mencionados en la Biblia cuya aplicación y propósitos van mucho más allá de lo correctivo o "punitivo".

En este estudio desafiaremos la pre-concepción errada en muchos creyentes de que la disciplina Bíblica es solamente para los que cometen pecado y que consta solamente de sanciones.

¿Qué es disciplina?

Etimología

Disciplina
Del latín "disciplīna".
Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral.

La palabra "disciplina" proviene de la raíz latina "discere" que significa "aprender" y está además relacionada con la palabra "discípulo". A su vez, la palabra "discípulo" significa: pupilo, estudiante, seguidor o persona que aprende una doctrina, ciencia o arte bajo la dirección de un maestro. Luego, podemos entender entonces a la disciplina como instrucción dada, enseñanza, aprendizaje, conocimiento.

Por otra parte, vale la pena mencionar también otros significados secundarios de la palabra, los cuales sin embargo nos ayudarán a desmitificar ciertas pre-concepciones erradas de su significado. En contextos particulares, disciplina es también:

Hasta aquí no es difícil ver que el significado de la disciplina —incluso en su concepción y uso fuera de la iglesia— tiene que ver fundamentalmente con la enseñanza y el aprendizaje para propósitos nobles. Y que "disciplina" guarda además una relación muy estrecha con la palabra "discípulo".

Palabra "disciplina" en el Antiguo Testamento

Como palabra literalmente, "disciplina" se encuentra muy escasamente en el antiguo testamento. Pero como concepto está ampliamente presente, al igual que en el Nuevo Testamento.

"El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento." Proverbios 15:32

En este pasaje, la palabra original en el idioma Hebreo es "mucar", que significa: disciplina, corrección y castigo. Del contenido del pasaje anterior, sin embargo, podemos extraer las siguientes ideas:

La frase "El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma" nos da a entender que la disciplina es necesaria para la preservación del alma de una persona . Según el rey Salomón en este pasaje, la recepción y aceptación de la disciplina por parte de la persona que la recibe, implica que ésta valora su alma. Pues de otro modo, menospreciar la disciplina es menospreciar su propia alma. En el contexto general de la Palabra, esto está relacionado incluso con la salvación, porque no hay valoración suprema del alma sino lograr su salvación. En cambio el menosprecio definitivo de la misma, es dejar que se hunda en la condenación eterna.

Luego dice también Salomón: "[El] que escucha la corrección tiene entendimiento." Cuando la disciplina no es preventiva (enseñanza), entonces es correctiva (amonestación, castigo). Y aceptar no solamente la primera —la preventiva— sino también ésta última —la correctiva— es demostrar que uno posee entendimiento. Por otra parte, podría significar también que el escuchar y aceptar la corrección hace a la persona más sabia. O sea que es posible valorar y aceptar la disciplina de manera racional, haciendo por ejemplo un análisis de los pros y los contras de la ausencia de la misma. Especialmente si nuestra propia alma está en juego. Y sin lugar a dudas, aceptar la disciplina está definitivamente en el camino a la sabiduría.

"24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. 25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso." Isaías 42:24–25

Este segundo pasaje no menciona la palabra disciplina como palabra literalmente, pero sí como concepto.

"¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores?". El profeta Isaías no tiene ningún reparo en afirmar contundentemente la determinación de Dios para castigar a su pueblo. Por esto entendemos también que la disciplina cuando es correctiva, a veces implica castigo. Pero si conocemos algo de la historia de Israel en el Antiguo Testamento, sabemos que si Dios aplicó este tipo de disciplina correctiva, no fue sin antes aplicar primeramente la disciplina preventiva —enseñanza y exhortación— por medio de sus profetas.  Pero Israel no sólo no quiso escuchar la exhortación y reprensión del Señor, sino que incluso mató a sus mensajeros. Luego después vino inevitablemente el castigo.

"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!" Mateo 23:37

Nunca Dios castigó a Israel sin antes exhortarle y darle amplia oportunidad para arrepentirse.

"¿No fue Jehová, contra quien pecamos?" La disciplina como castigo generalmente viene cuando hemos hecho del pecado una ocurrencia diaria y habitual en nuestras vidas. Dios es paciente y lento para la ira (Sal. 86:15, 103:8, 145:8). Pero Dios no puede tolerar aquel pecado que se comete continuamente; y cuando su paciencia para el pecado se agota, entonces viene el castigo. En el caso de Israel, Dios literalmente "derramó el ardor de su ira con la fuerza de Aquel que hace la guerra". Esto significa que Dios estuvo a un paso nada más de considerar a Israel como su enemigo irreconciliable. ¿Por qué? Porque si bien Dios ama al hombre y su corazón está siempre dispuesto a salvarlo, Él no tolera el pecado. Pues Dios es enemigo irreconciliable del pecado.

"[Le] puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso." La parte más triste de la aplicación de la disciplina —incluso cuando implica castigo— no está en el dolor que sentimos al ser azotados por Dios (He. 12:6). Sino cuando incluso después de haber sido azotados severamente, no entendemos y no hacemos caso. Éste es el efecto que produce la naturaleza carnal pecaminosa en el ser humano cuando endurece extremadamente el corazón del hombre para no entender y no aceptar la reprensión de Dios. El pecado se arraiga a veces tan fuertemente en el ser humano, que la única forma de desprenderlo es mediante el castigo y sufrimiento. Y a veces ni aún así el ser humano reconsidera sus acciones.

Eventos como éste, en los que Dios tuvo que ejercitar la disciplina en su pueblo Israel son varios en el Antiguo Testamento. Mientras este mundo caído lleno de pecado exista, la disciplina como enseñanza y como corrección será siempre necesaria para salvaguardar el alma del ser humano. Referente a la disciplina de padres a hijos, Salomón nos enseña una verdad importante respecto a la disciplina correctiva cuando dice:

"13 No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. 14 Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol." Proverbios 23:13–14

Si es importante que los padres ejerciten el castigo físico cuando sea necesario para evitar que sus hijos se desvíen por el mal camino y endurezcan sus corazones, con mayor razón Dios ejercitará el castigo para con sus hijos cuando Él lo considere pertinente.

Palabra "disciplina" en el Nuevo Testamento

En el nuevo testamento la palabra usada en el Griego original para "disciplina" es "paideia" que quiere decir: Instrucción, entrenamiento, educación, corrección, amonestación, reprensión y también castigo. El siguiente pasaje hace uso de esta palabra:

"Es verdad que ninguna disciplina [paideia] al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados." Hebreos 12:11

Otra palabra Griega relacionada con la anterior es "paidagogos", que quiere decir maestro —como maestro de escuela— y también instructor. En el siguiente pasaje la palabra "ayo" es sinónimo de "tutor" y se traduce de la palabra Griega "paidagogos":

"De manera que la ley ha sido nuestro ayo [paidagogos], para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe." Gálatas 3:24

Otra palabra Griega relacionada es también "paideutes", que quiere decir instructor y corrector —es decir, quien castiga. En el siguiente pasaje la frase "padres [...] que nos disciplinaban" se traduce de la palabra "paideutes":

"Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?" Hebreos 12:9

 En Apocalipsis dice Dios específicamente de la disciplina —"paideuo"— que Él administra a la iglesia:

"Yo reprendo y castigo [paideuo] a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete." Apocalipsis 3:19

Y dice también en Hebreos:

"7 Si soportáis la disciplina [paideia], Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina [paideuo]?8 Pero si se os deja sin disciplina [paideia], de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos." Hebreos 12:7-8

Si bien en la disciplina se usan frecuentemente mandamientos y amonestaciones —a veces también reprensión y castigo— sin embargo, la disciplina consiste fundamentalmente de instrucción y enseñanza.

Principio fundamental de la disciplina:

La disciplina está inseparablemente ligada a la educación.

Tipos de disciplina en la Biblia

En base al ámbito de su aplicación y las personas que intervienen en la aplicación de la disciplina, existen tres tipos de disciplina en la Biblia:

Adicionalmente, en base al propósito y métodos usados en su aplicación, en la Palabra encontramos también otros tres tipos más:

Estos tres últimos —probablemente los menos conocidos y discutidos en el ámbito de la iglesia Cristiana— son también sin embargo la base fundamental para entender el concepto Bíblico correcto de disciplina. Puesto que estos tres tipos últimos de disciplina —la preventiva, la correctiva y la autodisciplina— son el fundamento para los tres primeros, es decir: la disciplina de padres a hijos, de la iglesia a los creyentes y de Dios a su pueblo.

A continuación haremos entonces primeramente una descripción de estos tres últimos, dejando los tres primeros para su desarrollo posterior.

Disciplina preventiva

La aplicación de la disciplina preventiva es necesaria para ayudar a que el creyente ande en santidad delante de Dios y prevenir que peque. Pues el pecado puede poner al creyente en un estado de desaprobación delante de Dios y hacer que pierda su comunión con Él. Como ya se mencionó antes, la disciplina preventiva consiste ante todo de instrucción, entrenamiento educación y enseñanza. Para esto, la enseñanza de la Palabra juega un papel fundamental.

Consideremos algunos pasajes de la Biblia que hacen referencia a la disciplina preventiva como concepto:

"16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra." 2 Timoteo 3:16-17

Tal vez no haya sido obvio para algunos que este pasaje tan conocido hace referencia a la disciplina preventiva, pero sí lo hace y de forma contundente. Pablo en este pasaje pone a la Escritura inspirada por Dios como autoridad única e indiscutible para la enseñanza y la instrucción. También para la refutación y la corrección. La "instrucción en justicia" mencionada en este pasaje tiene un valor y significado muy particular, pues hace referencia al proceso de santificación progresiva del creyente. Porque instruir en justicia es precisamente enseñar al creyente a vivir en obediencia a la Palabra. Dicho de otro modo, a vivir en justicia delante de Dios.

La frase "que el hombre de Dios sea perfecto" hace también referencia al objetivo de la santificación progresiva del creyente: la perfección en Cristo. Ahora, como hijos de Dios no somos perfectos y nunca lo seremos en esta vida. Pues sólo podremos escapar definitivamente a la maldición de nuestra naturaleza carnal pecaminosa cuando hayamos sido resucitados por Cristo y recibamos un cuerpo nuevo, santo y perfecto. Libre de la mancha del pecado. Sin embargo, en esta vida todavía es posible y además deseable que como hijos de Dios vayamos poco a poco sacando fuera el pecado de nuestras vidas. Y ése es precisamente el proceso de la santificación progresiva. No significa no pecar nunca, sino más bien pecar cada vez menos. Para esto entonces la instrucción en la Palabra juega un papel imprescindible.

Por último, "enteramente preparado para toda buena obra" hace referencia a "capacidad", que es un requisito muy importante para la madurez espiritual. Un Cristiano maduro tiene la capacidad de hacer toda buena obra, en cambio un Cristiano inmaduro no la tiene. Todo Cristiano nuevo naturalmente es inmaduro y por eso mismo necesita entrar cuanto antes en el proceso de la maduración. Para ello, la instrucción en la Palabra es importante. Y por eso la disciplina preventiva es importante también.

¿Pero qué significa estar enteramente preparado para toda buena obra?

¿A qué se refiere Pablo cuando dice "toda buena obra"?

Contrariamente a lo que pueda parecer, cuando Pablo habla de buenas obras no solamente se refiere a ciertas actividades ministeriales o de servicio que se hacen en la iglesia. Como por ejemplo, predicar el evangelio, servir en el liderazgo, hacer obra social, etc. Aún más, la frase "toda buena obra" incluye también la capacidad de resistir la tentación, la capacidad de perdonar, el vivir con mansedumbre y templanza, el perdonar e ignorar los agravios, el tener paciencia y autocontrol, etc. Se podría argüir que hacer estas últimas es más difícil y requiere mucha más madurez espiritual que las primeras. Pero sin lugar a dudas, para ambas, la instrucción en la Palabra y la disciplina preventiva son importantes.

"7 La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. 8 Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. 11 Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón." Salmos 19:7–11

Hay tanta verdad encerrada en el pasaje anterior. El cual hace también referencia sin duda alguna a la disciplina preventiva.

De inicio, la "ley de Jehová" en el verso 7 está hablando de la instrucción o enseñanza de la Palabra de Dios, la cual da dirección al hombre. Dice de ella que es perfecta. Lo cual significa que no sólo es sana y sin defectos, sino que también es íntegra y completa. Y tiene el poder de transformar completamente a las personas.

El "testimonio de Jehová" se refiere literalmente a la manifestación con la cual Dios se dio a conocer al hombre. Se dio a conocer en extenso y de forma fiel a través de su Palabra. Fielmente significa que se dio a conocer verazmente, con precisión y exactitud. Y esa revelación fiel que Dios hizo de Sí mismo tiene un infinito potencial para dar sabiduría al ingenuo, al sencillo, al menos avisado.

"El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia." Proverbios 9:10

El que teme a Dios hace bien en temerle, y en su temor de Dios demuestra sabiduría. Pero para temer a Dios primeramente hay que entender por qué uno debe temerle. Y para entender por qué uno debe temerle, uno debe estudiar cuales son sus atributos personales. Uno de ellos, muy importante por ejemplo, es su justicia para castigar el pecado:

"Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno." Mateo 10:28

Hablando de la disciplina preventiva de los padres hacia los hijos, dice Deuteronomio:

"6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes." Deuteronomio 6:6

Entonces según el pasaje anterior, la enseñanza ardua de la Palabra por parte de los padres a sus hijos es sumamente importante en la disciplina preventiva. Y dijo también el rey Salomón:

"Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Proverbios 22:6

También dijo el apóstol Pablo acerca de la disciplina preventiva:

"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina [paideia] y amonestación [nutesia] del Señor." Efesios 6:4

En el pasaje anterior la palabra disciplina se traduce de la palabra Griega "paideia" que, como ya explicamos antes, quiere decir: Instrucción. entrenamiento, educación, corrección y también castigo. Amonestación se traduce de la palabra Griega "nutesía" que quiere decir: Hacer notar algo para que se considere, procure o evite. Advertir, prevenir, reprender.

Finalmente entonces, si la disciplina preventiva implica ante todo la enseñanza e instrucción de la Palabra, entonces:

La disciplina preventiva es fundamentalmente discipulado.

Y el discipulado es definitivamente una de las actividades más importantes en la familia y en la iglesia:

"19 [...] id, y haced discípulos a todas las naciones, [...] 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; [...]" Mateo 28:19-20

"Enseñar a los discípulos a obedecer la Palabra". En esto se resume bien el significado de la disciplina en el contexto de la Palabra.

Disciplina correctiva

La disciplina correctiva se aplica para ayudar al creyente a reconciliarse con Dios cuando éste ha pecado, y su pecado se ha hecho claramente público, o se ha convertido en un hábito. Se aplica entonces la disciplina correctiva de tal modo que vuelva lo antes posible a un estado de aprobación por parte de Dios y restablezca su comunión con Él.

La disciplina correctiva se hace necesaria cuando la disciplina preventiva no ha logrado el efecto requerido para mantener a la persona lejos del pecado. También cuando la autodisciplina —de la cual hablaremos más adelante— ha sido insuficiente o ha estado ausente en la vida del creyente para refrenarle de ofender a Dios.

Actividades de la disciplina correctiva

En la disciplina correctiva se llevan a cabo ciertas actividades específicas para ayudar a la persona a corregir su conducta y ponerse a cuentas con Dios. No olvidemos que, incluso cuando se trata de hijos que deben ser corregidos por sus padres, o de miembros de la iglesia que deben ser corregidos por sus líderes espirituales, en ambos casos la ofensa, cualquiera que sea, es siempre primeramente contra Dios. Luego en segundo lugar puede ser o no también una ofensa en contra de las personas. Pero todo pecado es siempre primeramente y ante todo, una ofensa en contra de Dios. También es importante recalcar que toda aplicación de la disciplina se la realiza con la autoridad de Dios, no de los hombres. Incluso cuando los padres disciplinan a sus hijos. Cuanto más cuando la iglesia disciplina a un creyente.

El tema de la disciplina correctiva como tal, merece su propio tratamiento aparte, el cual sin duda daremos en otros estudio por separado. A continuación simplemente nos limitaremos a describir a grandes rasgos en qué consisten básicamente las actividades que generalmente se realizan cuando se aplica la disciplina correctiva.

La exhortación

Éste es generalmente el primer paso en la disciplina correctiva. Implica una llamada a la reflexión con la Palabra, en espera de que la persona disciplinada corrija su conducta pecaminosa. Este paso es aplicable tanto en la disciplina de padres a hijos, como en la disciplina de la iglesia a creyentes puesta en práctica por pastores/ancianos/obispos.

La reprensión

Cuando una exhortación suave no es suficiente para que la persona abandone su pecado, se hace necesaria una reprensión en un tono más fuerte y serio. En esta instancia conviene que la reprensión sea hecha en presencia de otros testigos. En el caso de la reprensión a los hijos, mientras uno de los padres reprende, el otro hace de testigo. En el caso de la iglesia, cuando un hermano maduro reprende a otro, los pastores/ancianos/obispos se constituyen en los mejores testigos.

La sanción privativa

Cuando ni la exhortación, ni la reprensión funcionan, el siguiente paso es generalmente una sanción privativa. En el caso de los hijos, éstos son privados por sus padres de ciertos beneficios, como por ejemplo ver televisión o usar el internet, etc. En el caso de la iglesia, los miembros que son puestos en disciplina son generalmente privados de participar en la cena del Señor y también de ejercer el ministerio —aunque no de la asistencia y participación en el culto. Ahora bien, no estamos insinuando que la sanción privativa aplicada en la familia y en la iglesia sean iguales o incluso que tengan el mismo objetivo. A diferencia de las sanciones de padres a hijos, la privación que se ejercita en los miembros de la iglesia puestos en disciplina, nunca es de tipo punitivo. Sino que es ante todo para la protección del testimonio de la iglesia. Pues por ejemplo, una persona que ha cometido un pecado cuya gravedad compromete el testimonio de la iglesia —digamos en caso de adulterio— no puede seguir ejerciendo el ministerio. Esto para precautelar el testimonio de la iglesia. El mundo que nos rodea debe saber que la iglesia no ignora ni condona cualquier conducta inmoral de sus miembros, sino que por el contrario la censura.

Pero sin duda, la imposición de la disciplina por parte de la iglesia a los creyentes es por supuesto un tema delicado y complejo que se debe analizar aparte. Lo cual Dios mediante haremos también en otro estudio. Éste tiene muchos detalles y particularidades que no se pueden discutir en pocas líneas. Nuestra intención aquí es solamente dar una idea general de la aplicación de la sanción privativa en el contexto general de la disciplina correctiva.

Los siguientes son algunos pasajes de la Biblia que apoyan la exhortación, la reprensión y la sanción privativa, particularmente en el contexto de la iglesia:

"15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano." Mateo 18:15–17

El verso 17 en el pasaje anterior hace referencia a la excomunión o la expulsión de la iglesia. Paso que sería necesario cuando una persona no quiere reconocer ni abandonar su pecado incluso después de haber sido reprendida y puesta en disciplina. Otro pasaje que hace referencia a la excomunión es el siguiente:

"9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros." 1 Corintios 5:9–13

En el pasaje anterior Pablo insta a apartarse de aquellos que llamándose Cristianos viven una vida de pecado. Se sobreentiende por supuesto que antes de apartarse de una persona así, la iglesia ya tuvo que haber exhortado, reprendido y disciplinado a ese creyente, pero tristemente sin éxito. No cabe duda que la excomunión es otro tópico sumamente controversial hoy por hoy en la iglesia Cristiana. Pero no debería serlo, porque es una enseñanza completamente Bíblica y su aplicación plenamente justificada en la Palabra.

"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo." Gálatas 6:1-2

"20 Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes; 21 que cuando vuelva, me humille Dios entre vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido." 2 Corintios 12:20-21

"13 Esta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto. 2 He dicho antes, y ahora digo otra vez como si estuviera presente, y ahora ausente lo escribo a los que antes pecaron, y a todos los demás, que si voy otra vez, no seré indulgente; 3 pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros." 2 corintnios 13:1-3

"A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman." 1 Timoteo 5:20

"19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete." Apocalipsis 3:19

La figura de la separación

Finalmente, existe también la figura de separación de los creyentes que viven una vida desordenada. Esta separación podría considerarse como un tipo de censura para crear vergüenza en el creyente que vive desordenadamente, en espera de que ésto le ayude a recapacitar. Lo cual sin embargo claramente no es excomunión, como el mismo pasaje implica:

"6 Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. [...] 14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ese señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence.15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano." 2 Tesalonicenses 3:6,14–16

La separación y la excomunión son recursos extremos que como hijos de Dios debemos rogar al Señor que jamás tengamos la necesidad de usarlos. Por su naturaleza misma probablemente son hoy más controversiales que en el pasado, debido a la enorme influencia del humanismo secular en la sociedad moderna, en desmedro de la enseñanza de la ética y moral Cristianas. No es difícil entender entonces por qué éstas son medidas que líderes de la iglesia no deberían aplicar, a menos que entiendan perfectamente lo que están haciendo.

Por otra parte, sería mucho mejor nunca tener que recurrir a la disciplina correctiva en general. Pues es doloroso no solo para los que la reciben, sino también para los que tienen el deber delante de Dios de imponerla, así como para toda la iglesia en general. Y realmente necesitaremos cada vez menos recurrir a ella si más bien enfatizamos en la disciplina preventiva y la autodisciplina, que son siempre mucho más preferibles.

El castigo físico para los hijos

En el caso de la familia, los padres no solo pueden, sino que deben, si el caso amerita aplicar el castigo físico en sus hijos.

"13 No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. 14 Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol." Proverbios 23:13–14

¿Por qué el castigo físico de los hijos es imprescindible?

La aplicación del castigo físico a los hijos es otro tema importante que requiere un tratamiento propio. Por ahora simplemente argüiremos que el castigo físico es necesario debido a la naturaleza carnal pecaminosa del ser humano. La influencia pecaminosa de la carne puede llegar a ser tan fuerte, que tan solamente el dolor y sufrimiento la rompen. Cuando los hijos no entienden la exhortación y reprensión verbales, es necesario el dolor físico para romper en ellos ese lazo de la carne que los sumerge en la rebeldía. Es parte de nuestra naturaleza pecaminosa y es inevitable lamentablemente. Tarde o temprano en la vida todos necesitamos sufrir dolor para soltar ciertos hábitos pecaminosos. Entonces, privar al niño del castigo físico y la corrección es privarle de su propia salvación —esto último entendido de la forma correcta, por supuesto. Al menos eso es lo que implica el pasaje anterior en Proverbios 23:13–14.

Dios también aplica el castigo físico en sus hijos:

"5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?" Hebreos 12:5–9

 "[E]l Señor al que ama, disciplina" dice, y "azota a todo el que recibe por hijo" dice también el pasaje anterior. Y en el verso 9 claramente se hace referencia a la disciplina física como una forma de encaminar a la persona hacia su salvación cuando dice: "obedeceremos [...] y viviremos". Una persona que recibe disciplina física recibe la corrección que es necesaria para aplicar los preceptos éticos y morales en su vida. Y para una persona en esta posición es generalmente más fácil valorar el mensaje de salvación y aceptarlo. ¿Por qué? Porque las ética y moral correctos vienen solamente de Dios.

En cambio una persona que se sumerge en la maldad y el pecado tiene el corazón endurecido a tal grado que se le hace generalmente mucho más difícil entender y aceptar el mensaje de salvación.

El consuelo después del arrepentimiento

Parte de la disciplina tal cual es enseñada en la Palabra es ofrecer también consuelo después del arrepentimiento a quienes han pecado contra de Dios y han sido por ello reprendidos. Sea esto en el seno de la familia o en el seno de la iglesia.

"5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado solo a mí, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. 6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; 7 así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. 8 Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él." 2 Corintios 2:5–8

Cuando Pablo dice: "Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos" implica que aquel creyente que ha pecado ha sido reprendido por más de una persona. O de otro modo, quizás significa también que ha sido reprendido ante varios testigos. Luego, cuando dice: "vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle", implica que una vez que la persona se ha arrepentido verdaderamente, el siguiente paso lógico es el perdón y el consuelo. Pues una vez que la iglesia sabe y entiende que esa persona ha sido perdonada por Dios, es importante también que la iglesia le perdone y le consuele. En otras palabras, la iglesia debe imitar los pasos de Dios en cuanto al perdón y el consuelo de los creyentes.

Por supuesto, el perdón y consuelo lógicamente vienen cuando hay verdadero arrepentimiento. Dios no perdona, a menos que haya verdadero arrepentimiento. Por ello también sería un grave error tratar de restaurar al creyente a la comunión con la iglesia y al ministerio, a menos que muestre un arrepentimiento verdadero. Entonces, Pablo está instruyendo la restauración y consuelo de aquel creyente que ya ha entendido su pecado, se ha arrepentido de él delante de Dios y lo ha confesado. No de aquel que se ha arrepentido a medias o que simplemente no acepta completamente la disciplina y corrección que le han sido impuestas. Sería un grave error tratar de consolar a aquel que todavía no se ha arrepentido y más bien asume el papel de víctima a pesar de su pecado. Sería tanto como indirectamente aprobar y consentir su mala conducta.

¿Cómo sabemos que Pablo está hablando específicamente de una persona que ha mostrado verdadero arrepentimiento? Porque dice: "para que no sea consumido de demasiada tristeza". Esto implica que la persona está triste, pero no porque ha sido reprendida y disciplinada. Tampoco porque se hace a la víctima. Está triste por su pecado. Está triste porque ha entendido que con su pecado ha ofendido a Dios, ha menoscabado el valor del sacrificio y la sangre derramada por su salvador, y ha puesto afrente sobre el evangelio de gracia (He. 10:28–29).

La restauración y la restitución

Finalmente, el último paso de la disciplina correctiva debe ser siempre la restauración de la persona que ha pecado.

"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado." Gálatas 6:1

La frase "sorprendido en alguna falta" implica que el pecado de la persona ha sido evidenciado, por lo cual dependiendo de las circunstancias particulares, la persona ha sido ya previamente exhortada, reprendida y posiblemente ha recibido una sanción privativa junto con una carta de disciplina. Si ése fuera el caso y después de haber evidenciado un arrepentimiento verdadero en dicha persona, el paso final es su restauración.

El proceso de la restauración según Pablo, la iglesia debe llevarla a cabo con espíritu de mansedumbre y tomando la experiencia de la persona que está siendo restaurada como una lección para los demás miembros de la iglesia —o de la familia si fuera un caso de disciplina familiar. No como una oportunidad para la jactancia, pues dice: "considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".

La autodisciplina

"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo." Hebreos 12:1-6

 Los versos 1–4 del pasaje anterior son una mención implícita de la autodisciplina en la vida del creyentes. Los versos 5–6 hacen referencia a la disciplina y reprensión que vienen del Señor cuando como creyentes fallamos en nuestra propia autodisciplina.

¿Qué entendemos por autodisciplina?

La autodisciplina consiste en la enseñanza y aprendizaje del autocontrol. Lo cual es un reto para todo Cristiano sin importar su edad, su antigüedad en la iglesia o su grado de madurez espiritual. Un aspecto sumamente importante de la autodisciplina es que —al igual que con la disciplina preventiva— mientras más uno la ejercite de manera personal, menos necesaria se hace la disciplina correctiva con la intervención de las autoridades puestas por Dios en la familia o en la iglesia.

Una persona que aprende el autocontrol aprende también a buscar ayuda en el momento justo para escapar de cualquier problema en su vida a causa de la tentación y el pecado. Ya sea de sus padres si se trata de hijos, o de los líderes espirituales de la iglesia —ancianos/pastores/obispos— si se trata de los miembros de la iglesia. La práctica del autocontrol en la vida del creyente le enseña también a éste a responsabilizarse de sus acciones.

El autocontrol es sin lugar a dudas un fruto del Espíritu Santo. No es algo que una persona pueda lograr fácilmente tan solo ejercitando su propia fuerza de voluntad, pues implica luchar en contra de la carne y en contra de Satanás —ambos enemigos mucho más poderosos que la voluntad del ser humano. Para luchar eficazmente contra esos enemigos necesitamos siempre la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.

"22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." Gálatas 5:22–23

En el pasaje anterior, "templanza" es autocontrol o autodisciplina. Éste es un fruto del Espíritu Santo, el cual tiene como propósito ayudar al creyente a detenerse de hacer lo malo no por temor al hombre, sino por temor, respeto y reverencia hacia a Dios. Como con todos los frutos del Espíritu Santo, el autocontrol es algo que se cultiva día a día con la ayuda de la práctica de las disciplinas espirituales como el estudio de la Palabra y la oración. No es algo que aparece mágicamente en la vida del creyente.

La enseñanza y aprendizaje del autocontrol es un proceso largo que dura toda la vida e implica reemplazar nuestros malos hábitos por buenos hábitos. Este aspecto tan importante de la disciplina es generalmente muy ignorado tanto por los padres en las familias, como por los líderes en la iglesia. Como con la disciplina preventiva, la autodisciplina depende enormemente de una enseñanza sólida de la Palabra en la familia y en la iglesia, sin la cual estos dos tipos de disciplina —la preventiva y la autodisciplina— no sólo no funcionan, sino que fracasan estrepitosamente.

Lamentablemente para padres y líderes de la iglesia es más fácil aplicar la disciplina correctiva, porque aplicar la disciplina preventiva y enseñar la autodisciplina requiere mucho más esfuerzo y trabajo de su parte. Por este motivo, generalmente estas últimas son descuidadas o ignoradas tanto en la familia como en la iglesia.

Finalmente, la autodisciplina es la capacidad de la persona para enseñarse a sí misma y corregirse a sí misma, dependiendo cada vez menos de la intervención de otros —sean por ejemplo padres o líderes de la iglesia. Y por esto entendemos también acerca de la importancia de que los creyentes aprendan a ser autosuficientes en el estudio de la Palabra y disciplinados en la práctica de la oración perseverante. Los tiempos regulares de devocionales, estudio Bíblico y oración, tanto personales como familiares son fundamentales para lograr esto.

Por todo lo mencionado anteriormente, sin lugar a dudas la autodisciplina es un rasgo fundamental en el Cristiano espiritualmente maduro. Rasgo que líderes espirituales y maestros de la Palabra en la iglesia deberían trabajar arduamente para producirlo en la vida de los creyentes. Pues ésto es también parte fundamental de una labora eficaz de discipulado.

"Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño." 1 Corintios 13:11

Propósito de la disciplina según la Biblia

Un propósito fundamental de la disciplina en el contexto de la Palabra —se ésta preventiva, correctiva o la autodisciplina— es quitar el pecado de la vida del creyente y de la iglesia lo más inmediatamente que sea posible para evitar el juicio de Dios. En ese sentido, todos los Cristianos vivimos en un estado constante de disciplina porque la disciplina es parte de la enseñanza y el crecimiento espiritual del creyente. Una verdad fundamental no siempre entendida en la iglesia es que la práctica integral de la disciplina es parte fundamental del proceso de discipulado.

El deseo de Dios es que practiquemos constantemente la disciplina en nuestras vidas. Mayormente la auto-disciplina y la disciplina preventiva por supuesto. Pero si es necesaria la disciplina correctiva, debemos también aceptarla como mandato de Dios. Aplicar la disciplina en sus tres formas es obligación de todo Cristiano, particularmente del liderazgo en la familia y en la iglesia.

Objetivo importante para la iglesia

La disciplina es esencial para la educación del creyente en todo aspecto, fundamentalmente en la Palabra. Es imprescindible para ayudarle en su proceso de santificación progresiva (el perfeccionamiento del cristiano). Ya que la santificación progresiva es también un proceso de educación.

"28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." Mateo 11:28-30

"[A]prended de mí". La iglesia está conformada por los discípulos de Cristo, quienes han decidido acogerse a la disciplina —como enseñanza y corrección— del Señor.

"Llevad mi yugo sobre vosotros". La palabra "yugo" era comúnmente usada en la época de Jesús para describir el compromiso de aquellos discípulos que se sometían voluntariamente a la enseñanza de sus maestros. Particularmente de los rabíes que enseñaban la ley Mosaica. El arrepentimiento, la conversión y la fe en Jesucristo nos llevan a ser discípulos del Señor. Y como discípulos aceptamos implícitamente su disciplina como enseñanza y corrección. "Yugo" en este contexto entonces puede ser entendido como disciplina en cuanto enseñanza y corrección.

La Gran Comisión

"19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." Mateo 28:19-20

"[H]aced discípulos". El evangelio es fundamentalmente buscar discípulos para el Señor, quienes deben observar una determinada disciplina de vida. Pues de otro modo no son verdaderos discípulos.

"[E]nseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado". En la iglesia es imprescindible enseñar a los creyentes a obedecer los mandamientos de Dios como parte fundamental de la disciplina. La obediencia a los mandamientos está implícita en la enseñanza de Dios al creyente, de la iglesia al creyente y de los padres a los hijos.

La disciplina, como enseñanza y corrección, es un mandato del Señor para la iglesia.

Y si es un mandato entonces no es opcional.

-------

Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (26-04-24)