El discernimiento

Raúl Alvarez Torrico

Resumen

Ésta es una serie de estudios Bíblicos en la que hablaremos acerca del discernimiento. En este primer estudio introductorio hablamos del discernimiento tal cual es enseñado en la Palabra de Dios, y su relación con la sabiduría. Hablamos también acerca de cómo es que se puede obtener la sabiduría y el discernimiento, y de lo fundamental de la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente para este proceso.

¿Qué es discernimiento?

"pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." Hebreos 5:14


Discernimiento

Distinguir entre dos cosas para reconocer sus diferencias, examinar para separar correctamente lo bueno de lo malo, la verdad de la mentira. Es la capacidad de diferenciar entre dos caminos y tomar el correcto.


En la vida Cristiana, el discernimiento es la capacidad de entender y aplicar la Palabra de Dios para distinguir correctamente entre lo bueno y lo malo, y separar la verdad de la mentira. En algunos pasajes de la Biblia, sabiduría y discernimiento se entienden como una misma cosa. En otros, se pone a la sabiduría como requisito para el discernimiento. Sin duda alguna la sabiduría y discernimiento están relacionados, pues el discernimiento es la aplicación de la sabiduría. Entonces probablemente sea correcto visualizar a la sabiduría y al discernimiento como las dos caras de una misma moneda.

¿Qué es sabiduría?

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza." Proverbios 1:7

No se debe confundir a la inteligencia con la sabiduría porque no son lo mismo. La inteligencia por definición está asociada con las capacidades racionales de una persona. En cambio la verdadera sabiduría —la que proviene de Dios— no se basa en lo absoluto en ninguna capacidad humana. Sea ésta la capacidad de razonamiento, o la inteligencia o cualquier otra capacidad o habilidad humana. Sino que se basa fundamentalmente en la obra transformadora que el Espíritu Santo hace en el ser humano. En este sentido, una persona que es sumamente inteligente no es necesariamente una persona sabia. Más aún, podría ser la persona más necia del mundo. Esto lo vemos a diario en personas que son muy inteligentes y hábiles por ejemplo para la investigación científica, para los negocios, para las artes y los deportes, etc. pero que al mismo toman las peores decisiones éticas y morales. Y estas personas son a veces altamente destructivas no sólo para sí mismas, sino para también para quienes las rodean.

En cambio, hasta la persona menos inteligente y menos dotada de habilidades humanas puede llegar a ser verdaderamente sabia. Porque ello no depende de sus capacidades personales, sino de la obra que el Espíritu Santo pueda hacer en su vida a través de la regeneración y a través de la Palabra. En principio entonces, una persona que no ha sido regenerada por el Espíritu Santo jamás podrá alcanzar la verdadera sabiduría. Mas al contrario, debido a nuestra naturaleza pecaminosa, los seres humanos tenemos siempre la tendencia natural a envanecernos en nuestros propios razonamientos. Lo cual nos lleva peligrosamente a la necedad, y la necedad inevitablemente hace que nuestro corazón se hunda cada vez más en la oscuridad que lleva a la perdición eterna.

"21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios," Romanos 1:21–22

Esta tendencia en el ser humano caído se explica mediante la doctrina de la "depravación del hombre", entendida también por otros como la "total depravación del hombre".


La total depravación del hombre

La doctrina de la total depravación es la enseñanza Bíblica que sostiene que como resultado de la caída del hombre en el jardín de Edén (Gn. 3:16) su espíritu y su cuerpo han sido completamente corrompidos por el pecado. Y con ellos sus componentes fundamentales: mente, voluntad, emociones, así como su carne. Por lo tanto, el hombre es incapaz de hacer lo que es bueno a los ojos de Dios sin la ayuda de Dios mismo (Jer. 17:9, Sal. 51:5, 58:3. Ef. 2:1–5, Jn 3:19, 8:34, Ro. 3:10–12, 1 Co. 2:14, Ro. 1:18, Pr. 14:12, Ro. 8:7, 3:9–18).


Por consiguiente, la sabiduría es la capacidad de vivir en el temor de Dios, conociendo y obedeciendo su Palabra. Cuando Proverbios 1:7 dice que "El principio de la sabiduría es el temor de Dios", ésto se puede entender como que la base o pre-requisito para la sabiduría es tener temor reverente de Dios. Por lo tanto:

Sabiduría es la capacidad de vivir en temor y obediencia a Dios.

Esto por supuesto implica conocer a Dios y a su Palabra, pues no podemos temer a un Dios que no conocemos. Por el contrario, mientras más profundamente conozcamos los atributos de Dios —por ejemplo su omnipotencia, omnisciencia, perfección, santidad, justicia, etc.— más temor y reverencia tendremos hacia Él. Y es solamente su Palabra la que nos puede hace conocer a Dios en un grado de profundidad considerable, porque Dios se ha revelado al hombre a través de ella.

Puntualizando nuevamente entonces, sabiduría es temor de Dios, y el temor de Dios viene de conocer su Palabra.

Cómo se obtiene sabiduría y discernimiento

Ya mencionamos arriba que la sabiduría y el discernimiento vienen de la Palabra. Desarrollemos un poco más esta idea.

"12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual." 1 Corintios 2:12-13

El pasaje anterior nos confirma entonces que la sabiduría que viene de Dios no tiene nada que ver con la sabiduría de este mundo. Y la sabiduría de Dios nos ofrece misterios tan profundo que son prácticamente insondables para el ser humano natural y al sabiduría de este mundo. Particularmente el misterio de la salvación. Ésta es una sabiduría que no se puede transmitir a través de las capacidades humanas —a través solamente de la razón, por ejemplo. Pues la obtención de la sabiduría que viene de Dios es un proceso fundamentalmente de transformación espiritual, más que de comprensión racional. De ahí que sea indispensable la obra del Espíritu Santo en el ser humano a través de la Palabra.

"14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie." 1 Corintios 2:14-15

Por consiguiente, la sabiduría de Dios no puede ser percibida por el ser humano en su estado natural. Y a esto precisamente alude Pablo cuando dice que "el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios". ¿Pero a qué se refiere con hombre natural? Hombre natural es el ser humano no regenerado. Aquel que no tiene al Espíritu Santo morando dentro suyo —es decir, aquel que no ha nacido de nuevo. El hombre natural es el hombre en su naturaleza carnal pecaminosa que no ha sido regenerado, no ha sido salvado.

De éste hombre natural —y de las cosas que son del Espíritu de Dios— dice también Pablo que "no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente". Significa que éste es incapaz de entender la sabiduría de Dios porque no tiene al Espíritu Santo. entonces, no tiene el discernimiento necesario para entender y reconocer qué es, y qué no es Palabra de Dios. En otras palabras, no tiene discernimiento para entender e interpretar la Palabra. En algunos casos, quizás pudiera llegar a tener una interpretación intuitiva más o menos correcta de lo que lee en la Biblia. Sin embargo, tarde o temprano se equivocará inevitablemente en su interpretación de la Palabra. ¿Por que? Por todo lo que ya explicamos arriba referente a 1 Corintios 2:14-15 y por lo mencionado más antes respecto a la depravación del hombre.

Por otra parte, esta incapacidad total del hombre para encontrar a Dios por sí mismo, explicada así mismo por la doctrina de la total depravación, es un punto de conflicto doctrinal en la interpretación de la Biblia. Algunos no concuerdan con ello, pero a juicio nuestro, es la interpretación correcta de la Palabra.

Más adelante dice también Pablo que "el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie". ¿Quién es el hombre espiritual? Es aquel que tiene al Espíritu Santo y vive por el Espíritu Santo. Pero por si acaso, "espiritual" aquí no es un calificativo místico para elevar al creyente a una categoría especial superior. En otras palabras, no es un adjetivo para presumir, porque no hay nada de qué presumir. "Espiritual" significa simple y llanamente que la persona tiene al Espíritu Santo morando dentro suyo, y por lo tanto, puede ser enseñada y transformada por Él.

Debido a esto, el espiritual tiene la capacidad de discernir las cosas para aprobar lo que es bueno y desaprobar lo que es malo. Ésto último es posible precisamente porque cuenta con la guía del Espíritu Santo —nuevamente, no hay ningún mérito humano en aquello. Y él mismo no es desaprobado en la elección que hace. No por otros creyentes —que hacen también uso de su discernimiento— tampoco por Dios. ¿Por qué? Porque si elige guiado por el Espíritu Santo, elige bien. Este tipo de discernimiento para elegir lo bueno y verdadero de lo malo y engañoso es lo que quiere Dios para todos sus hijos. Y volviendo al misticismo secular, el discernimiento que da el Espíritu Santo no tiene que ver con develar misterios esotéricos para obtener poder y control. Sólo tiene que ver con entender qué es pecado y apartarse de él.

Entonces concluimos que la sabiduría como temor y conocimiento de Dios viene del Espíritu Santo y por la obra del Espíritu Santo. Nosotros los creyentes recibimos sabiduría por la obra del Espíritu Santo y esto como parte de la gracia concedida por Dios a los que depositan su fe en su Hijo Jesucristo. Así pues, la sabiduría y el discernimiento son dones maravillosos dados por Dios a aquellos que son verdaderamente sus hijos. Son regalos de valor incalculable asociados a la salvación dada por Cristo, los cuales haremos bien en no descuidar ni menospreciar.

Por consiguiente, el discernimiento es sumamente importante para entender e interpretar la Palabra de Dios correctamente. E interpretar la Palabra sin la ayuda del Espíritu Santo es sumamente peligroso porque conlleva el riesgo real de tergiversarla. De esta manera es que se originan las falsas doctrinas, los falsos evangelio, las falsas religiones y los falsos maestros. Porque —una vez más— no hay forma de que un incrédulo llegue al conocimiento de la verdad. Sin la presencia del Espíritu Santo morando dentro suyo, su misma naturaleza carnal pecaminosa tarde o temprano se encargará de desviarlo completamente de la verdad y llevarlo cada vez más y más a la oscuridad.

Finalmente, es posible que el hombre natural adquiera conocimiento Bíblico racionalmente, sin la intervención del Espíritu Santo. Pero realmente éste no es verdadero conocimiento de Dios, si no le lleva a tener un encuentro personal con Dios. Pues el verdadero conocimiento de Dios —por definición— lleva al arrepentimiento para confesión de los pecados. Porque, si has conocido verdaderamente a Dios, entonces has entendido su mensaje. Y si has entendido su mensaje ¿cómo persistir en tu pecado sin obedecer a su llamado al arrepentimiento?

El fin último de la verdadera sabiduría y el conocimiento de Dios es entonces apartar al hombre del pecado y de la condenación a causa del pecado.

Cómo mejorar nuestro discernimiento

Por supuesto, el discernimiento —como todo en la vida Cristiana— se aprende y se mejorar paso a paso. Sin duda alguna, está estrechamente ligado a la madurez espiritual. Dicho de otro modo, el discernimiento es el resultado natural del proceso de la maduración espiritual del creyente. Si estamos madurando espiritualmente entonces estamos mejorando paulatinamente nuestro discernimiento. Por el contrario, si no tenemos buen discernimiento, es porque probablemente estamos estancados en nuestro crecimiento espiritual.

Ya sabemos que al recibir al Espíritu Santo recibimos la capacidad potencial del discernimiento (1 Corintios 2:12-15). Concretamente entonces, ¿cómo la cultivamos y mejoramos?

Conclusión

El discernimiento es entonces sin lugar a dudad crucial para una vida Cristiana victoriosa. Es particularmente indispensable para la guerra espiritual. Y la única forma de cultivarlo y mejorarlo es mediante el estudio de la Palabra, mediante la oración perseverante (el profeta Daniel es un ejemplo de ello) y mediante su uso y práctica diaria. Todo siempre guiado por el Espíritu Santo morando en nuestras vidas.

En el siguiente estudio de esta serie titulado "Discernimiento mediante el estudio de la Palabra disponible también en este sitio web discutiremos con más detalle este tema.  Luego en estudio posteriores hablaremos también acerca del discernimiento mediante la oración perseverante y finalmente acerca de cómo poner en práctica nuestro discernimiento.

El estudio titulado "Guerra espiritual" disponible en este sitio web arroja pautas importantes de la relación entre la guerra espiritual y el discernimiento. Se recomienda su lectura como complemento a esta serie.

-------

Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (15-07-24)