Discernimiento mediante el estudio de la Palabra

Raúl Alvarez Torrico

Resumen

En este estudio hablaremos acerca de cómo es que el estudio de la Palabra es una disciplina espiritual necesaria para alcanzar buen discernimiento. Hablaremos también acerca de cómo el estudio de la Palabra —o el "alimento sólido"— es requisito imprescindible para la madurez espiritual y cómo es que el discernimiento depende de entender, interpretar y aplicar la Palabra. Finalmente discutiremos también acerca de la co-dependencia que existe entre la madurez, el alimento sólido y el discernimiento.

Madurez mediante el estudio de la Palabra

"11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." Hebreos 5:11-14

"tenemos mucho que decir, y difícil de explicar"

En el pasaje anterior, el escritor de Hebreos hace referencia al hecho de que él tenía el deseo de enseñar a los creyentes —a quienes dirige su carta— un tópico importante y complejo: el sumo sacerdocio de Cristo. Pero encontraba que le era difícil por causa de la inexperiencia de sus oyentes en la Palabra.

"os habéis hecho tardos para oír"

A continuación, ésta frase nos da a entender que había indiferencia de los creyentes hacia la Palabra y ésto impedía que se les enseñase cosas más profundas. Y es que fallar en apropiarse oportunamente de la verdad de la Palabra de Dios puede llegar a producir estancamiento espiritual y la incapacidad de asimilar enseñanzas adicionales. Por otra parte, dejar que la indiferencia hacia el estudio de la Palabra por parte de los creyentes en la iglesia se haga un hábito es algo sumamente peligroso para la vida y el crecimiento espiritual de la iglesia

"debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo"

La palabra "maestro" denota la condición no sólo de alguien que conoce y sabe, sino que también enseña. Lógicamente, uno que no conoce, no puede enseñar. Pero por otra parte, uno que conoce pero no enseña ¿puede realmente ser llamado maestro? Tal vez puede ser llamado "conocedor" o "experto", pero para ser llamado maestro necesariamente debe enseñar.

No en vano es que la vida de la iglesia está inexorablemente ligada a la enseñanza y el aprendizaje. El verdadero discipulado en la iglesia debe girar siempre y ante todo en torno a la enseñanza seria y responsable de la Palabra. Vale la pena enfatizar nuevamente: seria y responsable. El escritor de Hebreos en el pasaje anterior implica sin lugar a dudas que todos los creyentes tarde o temprano debemos estar capacitados para enseñar a otros, por supuesto en la medida de nuestras posibilidades. Porque ésto no sólo es importante para el crecimiento espiritual de la iglesia, sino también para el crecimiento espiritual de nuestras familias, para la predicación del evangelio a los perdidos y finalmente también para el impacto moral y ético que la iglesia debe mostrar en la sociedad a través de su buen testimonio. No en vano dice la Palabra que la iglesia es la única luz que alumbrar este mundo.

"14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." Mateo 5:14–16

Cada creyente debe ser capaz de enseñar en una o más de las siguientes capacidades:

  1. A otros creyentes, en el contexto del liderazgo Cristiano: "enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría" (Col. 3:16).
  2. A sus hijos y familia: "y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa" (Dt. 6:7).
  3. A los incrédulos: "¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? [...] ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz," (Romanos 10:14–15).
  4. A sí mismo: "persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste [..] y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras" (2 Ti. 3:14-15).

"inexperto en la palabra de justicia"

El escritor de Hebreos afirma también que cualquiera que aún necesite de la leche espiritual es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño. ¿Pero qué es la "palabra de justicia"? La palabra de justicia es el evangelio. Es el mensaje proclamado de la justificación de nuestros pecados —justificación que Cristo logro por su muerte expiatoria en la cruz. En este sentido, una interpretación muy probable de la frase "inexperto en la palabra de justicia" es que ésta describe a aquellos que todavía no han experimentado el nuevo nacimiento, o están recién camino a encontrar el nuevo nacimiento, o están muy cerca de experimentar el nuevo nacimiento. Contrario a la creencia popular, algunos creyentes en la iglesia Cristiana —incluso antiguos— están en esta condición. Lo cual no es necesariamente malo, porque el llegar a conocer a Dios y experimentar la verdadera salvación puede llegar a ser para algunos un proceso más largo que para otros.

Ésto es precisamente lo que la palabra "niño" describe. Alguien que acaba de nacer de nuevo, o tal vez alguien que todavía no ha nacido de nuevo pero está en el proceso de su formación hacia el nuevo nacimiento. Es decir, alguien justo antes o después de haber nacido de nuevo. O quizás también alguien todavía en proceso de experimentar el arrepentimiento y la regeneración. Alguien que aún no ha asimilado completamente los rudimentos de la Palabra —es decir los principios fundamentales del evangelio de salvación.

¿Existen creyentes que no han nacido de nuevo? El estudio "Guerra espiritual" disponible en este sitio web explica Bíblicamente por qué esto es sí posible. Se recomienda su lectura como complemento a este tema.

Por otra parte el apóstol Pedro hace también alusión a la leche espiritual que es necesaria para aquellos que acaban de nacer de nuevo. Nuevamente, la leche espiritual son los rudimentos de la fe, es decir las enseñanzas fundamentales de la salvación.

"desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación," 1 Pedro 2:2

Probablemente ningún Cristiano nuevo entiende completamente los rudimentos de su fe en el instante. La mayoría necesitará todavía profundizar en ellos para entenderlos bien después de su nuevo nacimiento ("para que por ella crezcáis para salvación"). Pues el acto inicial del nuevo nacimiento es por definición un acto de fe que el Espíritu Santo induce en aquel que va nacer de nuevo. Pero ésta no es una fe ciega, sino una fe en base a evidencia esencial de la Palabra presentada a la persona —eso es lo que significa "oir con fe". Lo cual sin embargo no implica un entendimiento minucioso inmediato de los misterios Bíblicos.

"Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?" Gálatas 3:5

"alimento sólido es para los que han alcanzado madurez".

Aquellos que ya han alcanzado la madurez no necesitan leche, pues ya están bien fundamentados en los rudimentos de la fe y están listo para recibir el alimento sólido. Es más, se caracterizan por desear ávidamente ese alimento sólido. Es fácil notar cuando un creyente está listo para cruzar ese puente hacia la madurez: siente la necesidad de consumir alimento sólido y lo procura diligentemente.

"por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento".

Y los creyentes maduros son aquellos que están ejercitando su discernimiento constantemente. Cuando el escritor de Hebreos habla de "los sentidos", probablemente se refiere a que la madurez implica practicar el discernimiento para todo lo que uno ve, todo lo que uno escucha, todo lo que uno piensa y fundamentalmente también para todo lo que uno dice:

"Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.2 Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo." Santiago 3:1–2

Puesto que uno de los retos más grandes del verdadero discernimiento y la madurez espiritual consiste precisamente es saber refrenar la lengua. En otras palabras, saber cuando callar y cuando hablar. Y si hay que hablar, saber qué decir y cómo decirlo.

Discernimiento a través del estudio de la Palabra

Para tener discernimiento es necesario consumir alimento sólido. El discernimiento sólo empieza después de que el creyente empieza a estudiar la Palabra, pues el requisito para éste es contar primeramente con fundamentos doctrinales sólidos. De otro modo no puede haber discernimiento. Pero por supuesto, esto no sucede de la noche a la mañana, sino que es un proceso —además permanente— en la vida del creyente.

De inicio, todo creyente nuevo naturalmente necesita ser afirmado primeramente en los rudimentos de la fe, que son las doctrinas fundamentales del evangelio. Éste es por definición un creyente inmaduro y necesita de la leche espiritual —lo cual no es una descripción despectiva ni mucho menos, pues todo creyente empieza así. Pero la voluntad de Dios es que todo creyente cruce lo más antes posible el puente hacia la madurez, después de ser bien afirmado en los rudimentos, por supuesto. Y es el Espíritu Santo quien empuja vehementemente al creyente a cruzar ese límite de la inmadurez hacia la madurez. En cambio, Satanás y la carne se oponen tenazmente a ello, pues al enemigo lógicamente le conviene que todos los creyentes se queden como niños. Los niños no pelean batallas porque no tienen la fuerza ni el entrenamiento necesarios. Por lo cual, son incapaces de presentar lucha. Por eso es que un creyente antiguo que tiene la madurez espiritual de un niño pequeño, está totalmente neutralizado y no puede presentar resistencia efectiva en contra del enemigo. Y para Satanás, ése es el estado ideal de todo creyente, pero obviamente no para Dios.

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¿Por qué es que algunos creyentes no maduran o tardan mucho en hacerlo?

Simple y llanamente porque no están dispuestos a practicar las disciplinas espirituales. Particularmente el estudio de la Palabra y la oración. Y la explicación más simple y veraz para esto por lo general apunta a una sola cosa: pereza para estudiar la Palabra. Pero es aún peor cuando esa pereza es condonada por la misma iglesia, particularmente líderes y pastores. ¿Cómo? menoscabando la predicación y enseñanza de la Palabra en la iglesia, usando para ello pretextos diversos. Uno de ellos —muy común— es por ejemplo que cuando hay mucha predicación y enseñanza, los creyentes se cansan y se aburren. Afirmaciones de este tipo son imposibles de validar creíblemente en base a la Palabra. Por otra parte, sin lugar a dudas suena a algo que el enemigo gritaría a voces.

Se supone que el estudio de la Palabra y la oración no son fáciles —no por nada se las llama "disciplinas espirituales". Muchos creyentes por ejemplo, de buena gana se someten diariamente a tres o cuatro horas de discurso expositivo, durante cuatro o cinco años en una universidad para aprender una profesión. Y las personas mayores, lo mismo por supuesto. Pero en la iglesia no están dispuesto a hacer lo mismo una o dos horas por semana para entrenarse en el conocimiento de la Palabra que da vida.

Por otra parte, la iglesia es en gran parte un campo militar de entrenamiento para la guerra espiritual. Y en un campo militar de entrenamiento para la guerra se experimenta mucho esfuerzo y sufrimiento con el propósito de prepararse y fortalecerse para la batalla.

"3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas," 2 Corintios 10:3–4

"3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente." 2 Timoteo 2:3–4

Las palabras "militamos", "milicia", "soldado", "lucha" y "atleta" de los pasajes anteriores no dejan ninguna duda acerca de nuestra condición de soldados. Se supone que un buen soldado tiene que estar dispuesto valientemente a sufrir penalidades cuando entrena y cuando pelea.

Cómo funciona el discernimiento

Entendido de la forma más simple, el discernimiento funciona mediante la práctica recurrente de dos actividades básicas:

a) Entender e interpretar la Palabra.
b) Aplicando la Palabra para elegir correctamente.

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Cuando un creyente se compromete con el estudio de la Palabra, empieza realmente su proceso de madurez. La cual no se logra de la noche a la mañana, pero es un proceso que tiene que empezar en algún momento, con una decisión seria de parte del creyente. En este proceso que se inicia, el creyente debe recibir alimento sólido a través del estudio de la Palabra. Ese entrenamiento sólido en la Palabra a su vez le permite entender e interpretar correctamente las Escrituras.

A su vez, entender e interpretar correctamente la Palabra le permitirá aplicar adecuadamente la Palabra para poder tomar buenas decisiones. Y ese proceso de tomar decisiones adecuadas en base a un entendimiento correcto de la Palabra es lo que se conoce como discernimiento. Luego, un creyente que empieza a discernir bien en las cosas más simples, lógicamente se da cuenta que necesita más entrenamiento en la Palabra para poder discernir bien en asuntos más complejos. Lo cual le impulsa inevitablemente a avanzar en su estudio de la Palabra.

Conforme avanza en el estudio de la Palabra, se da cuenta que es capaz de discernir correctamente en asuntos más complejos. Y este ciclo se repite indefinidamente en la vida del creyente en todo el proceso de su maduración espiritual, a lo largo de toda su vida.

Relación entre el estudio de la Palabra, la madurez y el discernimiento

Finalmente volvamos nuevamente al pasaje de Hebreos 5:14 presentado en la introducción a este tema:

"pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal." Hebreos 5:14

De este pasaje se desprende claramente la relación entre madurez, alimento sólido y discernimiento.

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Las tres cosas están profundamente ligadas y son co-dependientes. ¿Qué significa que sean co-dependientes? Significa por ejemplo que no puede haber discernimiento sin alimento sólido ni madurez. Al mismo tiempo, no puede haber madurez sin discernimiento ni alimento sólido. Y finalmente, el deseo por el alimento sólido en el creyente se origina en su deseo por alcanzar la madurez y el discernimiento.

Conclusión

El estudio de la Palabra es sin duda uno de los medios fundamentales para lograr el discernimiento y la sabiduría. Pero sin duda tampoco es el único. También está la oración perseverante, acerca de la cual hablaremos en la próxima parte de esta serie de estudios Bíblicos.

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Este material está en constante revisión y complementación.

Versión 0.1 (17-07-24)