Señor, bendice los instrumentos y las alabanzas
Raúl Alvarez Torrico
Señor, bendice los instrumentos y las alabanzas
Para un mejor contexto se recomienda leer primeramente el artículo introductorio "Dogmas de la liturgia pentecostal-carismática" disponible en este sitio web.
Varios creyentes han escuchado al menos una vez orar así a un director de programa de culto, director de la alabanza o director musical: "Señor, bendice los instrumentos y bendice las alabanzas". Sin embargo esta frase no halla sentido en el contexto de la Palabra y su uso no encuentra apoyo en ningún principio Bíblico relacionado con la liturgia.
Si la analizamos cuidadosamente, de inicio la frase como tal no tiene un sentido lógico. ¿Alguna vez se menciona en la Biblia que la intención principal de Dios es derramar su bendición sobre objetos inanimados? Creo que no. Con toda seguridad no hay referencia a algo así en la liturgia de la iglesia apostólica primitiva en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento, cuando mucho se menciona la consagración de los objetos usados en el servicio sacerdotal levítico (Ex. 40:9–10). En ese sentido, es razonable si la iglesia hace una oración de consagración o dedicación de los instrumentos musicales, o de cualquier otro objeto adquirido para su uso en el servicio de la iglesia. Esto sucede por lo general una sola vez después de la adquisición del objeto. Pero orar para que Dios bendiga objetos inanimados en cada celebración del culto no tiene precedente Bíblico. Para empezar, el programa de adoración está lejos de ese objetivo. En todo caso es más lógico suponer por ejemplo que Dios quiera bendecir a las personas, pero no a los objetos inanimados. Aunque tampoco es ése el propósito principal del culto, aunque sí un propósito secundario.
Por ese motivo, orar al inicio de un programa de adoración para que Dios bendiga los instrumentos musicales, o cualquier otro objeto usado ahí, carece completamente de sentido. Al menos en una teología conservadora. Sin embargo para los pentecostales-carismáticos aparentemente sí tiene sentido. Veamos por qué.
Interpretación pentecostal-carismática
La tendencia pentecostal-carismática hoy en día es hacia el culto centrado en el hombre (antropocéntrico). No todas las iglesias pentecostales seguramente tienen esta tendencia, pero lamentablemente sí la tienen mega-iglesias como Hillsong, Bethel, Elevación, Lakewood y otras similares, junto a sus contrapartes latinoamericanas. A través de su liturgia y en particular de su música, éstas mega-iglesias ejercen una influencia enorme no solamente en otras iglesias pentecostales, sino también en iglesias conservadoras como las de la UCE.
En el culto antropocéntrico se da por hecho que la alabanza tiene que bendecir al hombre. Y es en ésa concepción que aparentemente se encuentran aceptables dogmas como los siguientes:
La iglesia es bendecida por medio de la alabanza, la presencia de Dios desciende en medio de la alabanza, se recibe la unción de Dios por medio de ella, el poder sanador y liberador de Dios se manifiesta en la alabanza, la alabanza desata el poder de Dios, etc.
Todo lo cual tampoco tiene realmente un fundamento Bíblico sólido, como se irá demostrando más adelante en el artículo "Dogmas de la liturgia pentecostal-carismática" disponible en este sitio web.
Un desarrollo de las diferencias entre el culto centrado en Dios versus el culto centrado en el hombre se encuentra en el artículo: "Culto teocéntrico vs antropocéntrico" disponible en este sitio web.
Pero en esta lógica pentecostal, la alabanza —la alabanza musical para ser más exactos— desata el poder de Dios sobre la iglesia, especialmente para la ocurrencia de sanidades y milagros. Es lógico entonces pensar que la música y los instrumentos jueguen un papel primordial en que el poder de Dios se desate. Y como su uso es crucial para que la iglesia "reciba toda la bendición de parte de Dios", entonces parece que tuviera sentido pedir que Dios bendiga los instrumentos y las alabanzas. Digamos que es casi como orar para que "Dios bendiga el bisturí en la mano del cirujano" si hablamos de una intervención quirúrgica.
Un pasaje que se usa frecuentemente en el ámbito pentecostal para afirmar que la alabanza tiene poder, es éste que relata la caída de los muros de Jericó:
"Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron." Josué 6:20
Pero éste y otros pasajes que se usan para apoyar la idea de que la alabanza desata el poder de Dios, no son sino interpretaciones fuera de contexto. Hebreos 11:30 nos da la explicación clara de por qué cayeron los muros de Jericó:
"Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días." Hebreos 11:30
El poder de Dios obró porque el pueblo de Judá tuvo fe en una promesa de Dios.
Un análisis más detallado de la caída de los muros de Jericó se encuentra en el análisis del dogma "Hacer guerra espiritual a través de la alabanza".
Lo cierto es que la alabanza no tiene como propósito desatar el poder de Dios. Y la alabanza no es le medio por el cual Dios bendice a la iglesia. Sino más bien todo lo contrario, la alabanza es el medio por el cual la iglesia bendice a Dios, en el sentido de exaltar su nombre y elevarlo hasta lo sumo.
La verdadera alabanza
Por otra parte, la verdadera alabanza tiene una relación cuando mucho casual con la música y quizás incluso una relación mucho más tangencial con el uso de instrumentos musicales. La verdadera alabanza consiste en aceptar la voluntad de Dios y bendecir su Nombre incluso en los momentos más difíciles de la vida, sin atribuir a Dios despropósito alguno.
"20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno." Job 1:20–22
Otro pasaje donde se pasa por alto el poder de la oración y de la fe en Dios, para reemplazarlo con un supuesto poder de la alabanza es el siguiente:
"23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron." Hechos 16:23–26
En este pasaje también, fue la oración la que movió el poder de Dios, las alabanzas fueron solo una expresión de su gratitud incluso en un momento tan difícil. Y fueron además testimonio para los otros presos que oían.
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Este material está en constante revisión y complementación.
Versión 0.1 (07-03-24)